Desde 1995 la izquierda no ha logrado el Gobierno de la Comunidad de Madrid. El 4 de mayo tiene una nueva oportunidad para intentar controlar uno de los más importantes focos de poder en medio de una apasionada polarización derecha-izquierda con el centro a ... punto de desaparecer del mapa. El dilatado divorcio entre la izquierda y los madrileños tiene su causa, según el candidato socialista Gabilondo, en que los votantes socialistas no están suficientemente movilizados. Por eso su campaña está enfocada a llevar a las urnas a los ciudadanos con la advertencia de que lo contrario acarreará «un Gobierno de la foto de Colón». Es decir, en el metalenguaje socialista, un Gobierno de la extrema derecha. Para Íñigo Errejón el problema de la izquierda reside en que en Madrid se ha instalado una antropología neoliberal. Una especie de estilo de vida americano reactivo al intervencionismo socialista. Pablo Echenique sostiene que mientras la derecha tiene muy claro quién defiende sus intereses, el votante asalariado, teórico cliente de socialistas, populistas y comunistas, no está tan concienciado.
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En suma, a la vista de los diferentes análisis, en el último cuarto de siglo al madrileño no le seduce la izquierda. No hay más que escuchar al candidato Gabilondo que parece haberse percatado de ello y no propone un Gobierno de izquierdas, sino un Gobierno «serio» y, como mucho, progresista.La pregunta entonces no parece ser tanto por qué gana la derecha en Madrid sino por qué pierde la izquierda. Se ha llegado a sugerir una especie de ingeniería social llevada a cabo por los diferentes Gobiernos del Partido Popular a través, sobre todo, de la ley del suelo y el impulso de la vivienda y el transporte. Según esta tesis, la derecha ha ido impulsando a lo largo de los años en la comunidad de Madrid grandes poblaciones de casas con muchos bloques de tres y cuatro alturas, plaza de garaje y piscina.
Apalancados en la hipoteca y desconectados de los movimientos vecinales más urbanos estos madrileños 'americanizados' serían al final un voto cautivo de la derecha. Para cerrar el círculo, la ingeniería social neoliberal encarnada en Esperanza Aguirre y sus equipos habrían llenado la comunidad de líneas de metro y vías rápidas para facilitar la movilidad en automóvil, símbolo del individualismo insolidario. Lo cierto es que la Comunidad de Madrid ha atraído en las últimas décadas una intensa migración interior buscando el éxito individual y un espacio de libertad económica y de educación que no encuentran en sus comunidades. Allí no necesitan asumir las reglas identitarias del clan dominante para prosperar y que le reconozcan socialmente.
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