La irritación de Bárcenas

La mayor parte de lo aportado ahora por Bárcenas ya era conocido: el PP pagó con generosidad sobresueldos a sus sucesivas cúpulas, incluido Mariano Rajoy, y mantuvo una doble contabilidad entre 1982 y 2008 (en este periodo, Álvaro Lapuerta fue el tesorero y entre 1983 y 2008 y Bárcenas su gerente y número dos, hasta que le sustituyó en 2009) , aunque aporta algunos elementos sustanciosos: Así, por ejemplo, ha revelado que mostró a Rajoy los documentos que demostraban la financiación ilegal del PP durante 20 años y que el entonces presidente del partido los metió en una trituradora de papeles (el tesorero se había guardado una copia).

También es relevante la revelación de que algunas donaciones de empresarios pudieron estar vinculadas a la adjudicación de contratos por parte de Administraciones del PP, un delito de cohecho que todavía está en investigación-, lo que agravaría otros delitos. Tal información puede ser útil en otras causas como la que la Audiencia Nacional tiene abierta sobre contratos adjudicados a donantes por más de 600 millones de euros en seis ministerios durante la etapa de gobierno de José María Aznar, quien tampoco aparece inocente en este relato.

En cuanto a las personas que supuestamente recibieron «sobres» de forma periódica, la lista es expresiva y vincula el presente con el pasado: Mariano Rajoy, Dolores de Cospedal, Federico Trillo, Pío García Escudero, Francisco Álvarez Cascos, Ángel Acebes, Javier Arenas, Rodrigo Rato y Jaime Ignacio del Burgo. «Estas entregas -añade Bárcenas- eran realizadas, personalmente, por don Álvaro Lapuerta, y en ocasiones por mí, con mi conocimiento, por cuanto que me daba instrucciones de sacar el metálico de la caja fuerte situada en mi despacho con una periodicidad que dependía de la liquidez de la caja, de manera que las introducía en un sobre en el que ponía el nombre correspondiente». Es notorio que Pío García Escudero y Javier Arenas están aún en la política activa, por lo que, aunque el asunto tenga raíces antiguas, el PP actual no puede dejar de sentirse aludido.

Inexplicablemente, Bárcenas reconoce que estas declaraciones que dejan al desnudo lo ocurrido y enfrentan al PP con su responsabilidad responden al incumplimiento de la palabra dada por los populares, que le prometieron que si se portaba bien con ellos su mujer no iría a la cárcel. Como es sabido, la esposa de Bárcenas, Rosalía Iglesias, está en prisión, condenada a trece años. Es evidente que, en un estado de derecho, ningún partido, ni aunque sea el del Gobierno, puede asegurar a un ciudadano que irá o que no ira a prisión, por lo que podría pensarse que revela alguna connivencia entre el Ejecutivo del PP y un sector de la judicatura.

Lo cierto es que esta 'traición' parece haber impulsado a Bárcenas a explayarse completamente, si bien los efectos de esta declaración torrencial dependerán de la capacidad de prueba que consiga el extesorero. Ya se sabe que la actual cúpula del PP no tuvo nada que ver con aquella historia, pero el prestigio moral y político de las instituciones depende de la ejecutoria de quienes las dirigen. Y Casado es una criatura de Mariano Rajoy, como este lo es de José María Aznar, por poner el ejemplo más notorio. En este sentido, resulta inconcebible que Casado obstaculice actualmente la renovación del CGPJ porque su actual composición le favorece. ¿Acaso hay en el PP algo más que ocultar? La sospecha es legítima y, en este caso y después de lo que ha llovido sobre Génova 13, la pregunta no es en absoluto capciosa.