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Podemos, dice el nombre del partido, pero ya no 'unidos', o al menos no de momento, y tampoco todos, así que lo de la primera ... persona del plural sobra. De aquel partido que nació con la movilización transversal del 15M –pásmate, no todos los abuelos con nietos y jóvenes cabreados que paseaban entonces por Fuente Dorada o por Sol eran comunistas– ya solo queda el 'Ella Puede'. De hecho, Ella es prácticamente omnipotente. Porque puede ser ministra, ser la responsable política del error legislativo más grave en cuarenta años, salir escopetada rumbo a Europa y, a los diez meses escasos, con más de cuatro años de legislatura europea por delante, postularse ya para ser la candidata a la Presidencia del Gobierno cuando se coloquen las urnas, esto es, para el verano de 2027.
Poco dice de Podemos que haga falta una misma persona para todo.
Irene Montero, la de las diatribas contra la casta –que existe, pero eso es otro asunto–, erigida en su propia versión 'castiza'. Irene Castafiore. Una figura construida a medias entre la diva de los tebeos de Tintín y el título de ese libro de un tal Julio Liarte, 'Trae que ya lo hago yo, subnormal: cómo ser un buen líder, trabajar en equipo y crear un ambiente laboral exitoso'.
La vanidosa soprano tintinesca entonaba una y otra vez el aria de las joyas, de 'Fausto'. Un aria en el que la protagonista, tras encontrar un joyero, cantaba: «¡Me río al verme tan bella en este espejo! ¿Eres tú, Margarita, eres tú? Respóndeme. ¡No, no! ¡Esa ya no eres tú! Ese ya no es tu rostro. ¡Es el de la hija de un rey a la que se saluda al pasar!».
El joyero, por cierto, lo colocaba allí el demonio Mefistófeles. Y lo de Margarita, qué cosas, acababa mal.
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