«Lo que me importa es haber sido útil», afirmaba Eusebio Leal, director de la Oficina del Historiador de La Habana recientemente fallecido, en una de sus últimas entrevistas. Y realmente lo ha sido para Castilla y León y especialmente para sus ... emigrantes y descendientes residentes en la capital cubana. Eusebio entendía a Cuba como genuina representación de la América española, por el reflejo en ella de la cultura y especialmente del idioma. En uno de sus últimos escritos, un prólogo a la obra 'La atracción de una ciudad cosmopolita. Castellanos y leoneses en La Habana', escribió refiriéndose a Cuba y a Castilla y León: «Esta es la América española y el idioma que hablamos es el español, y cuando pensamos en el verso apasionado de Martí 'Cultivo una rosa blanca, en julio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca', escuchamos detrás inmediatamente la voz castellana por excelencia de Santa Teresa 'Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero'».
Pero considerando que el papel de lo que representa Castilla y León sigue vigente: «aquel lema que le fue otorgado a Cristóbal Colón es válido: 'Por Castilla y por León, nuevo mundo halló Colón'. Y no podemos olvidar que ese nuevo mundo fue acariciado y arropado por Castilla , y que tuvo la preocupación perenne y constante, hasta el acto testamentario, de la Reina Católica, que siempre creyó en eso, que siempre tuvo una consideración amorosa hacia los pueblos indígenas de Cuba», aunque esa atención fuera traicionada al llevar a la esclavitud a quienes la Reina Isabel llamó afectuosamente hijos.
La valoración positiva de Castilla y León y de lo castellano la vierte asimismo sobre su presencia actual derivada de la emigración. Afirmaba en el mencionado prólogo: «en el caso de los emigrantes castellanos y leoneses en Cuba, hay una vocación particular por la cultura. Sus centros y sociedades han sido un ejemplo de la preocupación por preservar los valores del castellano, los valores de austeridad, de honestidad y probidad, de espíritu esforzado y constante, que caracteriza al sufrido campesino, al hombre que se enfrenta diariamente de sol a sol en Tierra de Campos; al hombre que es capaz de meditar, de hacer abstracción poética, de pensar en el mundo con esa capacidad de soñar que es tan propia de Castilla».
De esta valoración dio muestras variadas y continuas. Desde los años noventa del siglo pasado mantuvo una relación constante con los castellanos y leoneses de La Habana y algunas instituciones y personas que residimos en España. La relación con la Junta de Castilla y León (a cuyas autoridades siempre recibió en La Habana) se tradujo, entre otras iniciativas, en la adaptación y funcionamiento del Centro de Día de la calle Cuba de la capital habanera con el apoyo de la institución regional en la etapa de Félix Colsa como responsable de la fundación Cooperación y Ciudadanía. Desde el principio de su existencia apoyó al Centro de Estudios de la Emigración Castellana y Leonesa facilitando la consulta y reproducción de los amplios fondos de la Fototeca de su Oficina. Impulsó en 2009 la celebración del centenario del Centro Castellano de Cuba presidiendo los actos del mismo en el convento de San Francisco y facilitando posteriormente una exposición en el marco espléndido del malecón visitada por miles de habaneros y turistas.
Mantuvo relación con la Universidad de Valladolid, como se ha reflejado en este periódico, y siempre tuvo una alta valoración de la Universidad de Salamanca y su papel en el desarrollo de las universidades hispanoamericanas. Cuando logró restaurar la sede del Colegio de San Gerónimo, origen de la Universidad de La Habana, se sintió especialmente satisfecho con la estela que refleja la salutación de quien consideraba la Universidad mater.
Especialmente estrecha fue la relación que mantuvo con la emigración zamorana y con Zamora. Consideraba que la Colonia Zamorana de Cuba era la sociedad española que mejor entendía y aplicaba la finalidad asistencial y especialmente cultural de estas entidades. La apoyó en cuanto pudo, asistió y amparó muchas de sus iniciativas que van desde la recepción de distintas ayudas de las entidades zamoranas, especialmente las coordinadas por la Diputación provincial, a la celebración de distintas jornadas de cultura zamorana en sentido amplio en lugares emblemáticos de La Habana. Y el apoyo más visible y duradero, la entrega como sede de un inmueble perfectamente restaurado en la calle Muralla, precisamente en la esquina de la Plaza Vieja, joya representativa de la inmensa labor de restauración llevada a cabo por Eusebio.
Esta labor la presentó en 2008 en el curso que sobre patrimonio celebra anualmente el Centro de la UNED de Zamora, entidad con la que Eusebio mantuvo durante años un estrecho contacto. Con esa ocasión lo presenté con unas palabras con las que quiero terminar este recuerdo de un amigo de nuestra tierra, nuestra cultura y nuestras gentes de allí y de aquí y amigo mío: «Una de las primeras ciudades de las que oí hablar de niño fue precisamente La Habana, donde estuvieron de emigrantes mi abuelo paterno, mis padrinos y durante dos de los años cincuenta mi padre. De ella tenía una imagen de esplendor que las dificultades y el tiempo fueron deteriorando. Eusebio ha sido el principal responsable de que una de las ciudades más bellas del mundo vaya recuperando parte de ese esplendor pareciéndose a la ciudad que evocaba mi padre».
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