Menos de dos meses transcurrieron desde que Pedro Sánchez dijo en 2019 aquello de que «ni yo ni el 95% de los españoles dormirían tranquilos con Podemos en el Gobierno» hasta que él mismo e Iglesias se fundieron en el abrazo reparador. Desconocemos si, desde ... entonces, el presidente ha padecido muchas noches de insomnio, aunque a juzgar por los hechos no parece muy proclive a despertar de su pesadilla. Es más, seguro que acumula buen material para reeditar su 'Manual de Resistencia' y explicarnos algún día cómo fue posible mantener el control con el enemigo en casa. Tiene su mérito.
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Los resultados de las elecciones en Castilla y León han dictado sentencia: ahora le toca el turno al Partido Popular. Hace mes y medio anticipé en esta misma columna mis sensaciones para un PP que alcanzaría la mayoría absoluta, pero solo con Vox. Analizadas las tendencias de unos y otros, lo cierto es que, pese a los vaivenes de campaña, el guion daba para pocas sorpresas más. Ahora, los Mañueco, Casado, Egea y compañía vivirán su particular 'Historias para no dormir', a costa de un Vox que exprimirá al máximo cada milímetro de su importante influencia para debilitar aún más al rival y reforzar su marca nacional.
Los populares ya no pueden seguir instalados en evitar a los de Abascal y ahora les corresponde encontrar su sitio y decidir qué papel quieren representar en este nuevo tablero de juego. Pasarán más de dos meses, muchos más, hasta que este PP, acostumbrado a concentrar todo el voto de la derecha, pueda volver a dormir tranquilo. Todo lo contrario que nuestras vacas, que por fin recuperarán la paz.
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