Insectos al plato, guste o no

En cuanto a la viabilidad económica hay consenso en que las explotaciones de insectos son muy eficientes, necesitando doce veces menos alimento que las vacas, cuatro menos que las ovejas y la mitad que los cerdos o los pollos, para obtener la misma cantidad de proteína. La FAO también concluyó que reducen el uso de suelo, consumen menos agua y emiten menos amonio y metano, además de poder alimentarse de desperdicios.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) acaba de publicar la primera opinión científica favorable, preceptiva para cualquier autorización alimentaria, sobre una propuesta de alimento humano que utiliza a un insecto como principal materia prima.Se trata del gusano amarillo de la harina, para su comercialización y consumo entero o en polvo.Su análisis se ha centrado en su historia de uso, las características nutricionales, la estabilidad del producto, la toxicidad y su singularidades alergénicas.

Otro factor clave ha sido el perfil del pienso utilizado, que condiciona la presencia de sustancias contaminantes. Independientemente de la sorpresa o repulsa que pueda acarrear el comer insectos, existe un notable interés a nivel internacional por potenciar y valorizar su consumo, debido a sus propiedades nutritivas junto con el bajo impacto ecológico y económico que supone. Todo ello lo convierte en una prometedora industria que empieza a desarrollarse poco a poco en Europa.