Los ingenuos
Crónicas del manicomio ·
Cuidar a los demás y cuidarse a uno mismo necesita su buena dosis de picardía, ironía y cinismo. Sin estos ingredientes cualquier ayuda va a resultar egoísta. La vida acaba siendo siempre más compleja y retorcida de lo que se predicaA menudo se valora como una virtud ser ingenuo y carecer de las necesarias cautelas para desenvolvernos. Pero hay mucho que decir al respecto. Sospechamos ... que bajo la aparente humildad del incauto se esconde una soberbia que no viene a cuento.
Los ingenuos son peligrosos. Primero, porque tienden a no ver los riesgos, propasándose tontamente con su buenismo simplón. En especial, son indiferentes con respecto a los peligros que se ciernen sobre los demás. El ingenuo nunca te va a avisar cuando el enemigo acecha o cuando las circunstancias empiezan a ponerse en tu contra. «¡Quién lo iba a pensar!», te dirá. «Yo, en principio, nunca pienso mal», añadirá. Lo propio del ingenuo es dejarte tirado, a tu suerte. De él no puedes esperar mucho más que un aire de inocencia y bondad.
Quizá no me equivoque si digo que el ingenuo es un personaje aprovechado, al que en el fondo solo le interesa vivir a lo tonto, esperando aprovecharse de la estupidez general. No es un ave de presa, sino un saprofita, un comensal que come del plato ajeno y renuncia a sobrevivir por sus propios medios. Vive como si tuviera como único empleo poner una guinda de naturalidad sobre el fracaso ajeno. Va de sorpresa en sorpresa sin sentir el deseo de rectificar.
Por otra parte, los ingenuos son vanidosos. Aunque no lo parezca, o en ocasiones cueste reconocerlo, muestran cierto aire de superioridad moral. Su visión limpia y transparente les sirve de justificación con facilidad. En último extremo, prefieren sentirse engañados que atreverse a sospechar de las intenciones del resto, o a pensar que la realidad es contradictoria y con frecuencia difícil de pensar. Olvidan que para ponerle el cascabel al gato hay que dejarse arañar.
Y digo más, el incauto molesta porque la falta de malicia no es buena compañía para nadie. Lo demuestra cuando olvida que todo tiene su revés y su intención oculta. El pensamiento que discurre en un solo plano no produce ningún bien, aunque lo pretenda o aunque lo espere como una recompensa de sencillez. Desconoce, o aparenta desconocer que nada es como parece cuando se le mira de cara, pues todo tiene un dorso que no vemos.
No obstante, a veces es muy complicado reconocerlos. Ingenuo no se es en todas las circunstancias ni todo el tiempo. No es raro que nos sorprenda de repente la ingenuidad de una persona. Incluso nos puede parecer una estratagema ocasional, un recurso hábil para justificar un silencio, una inhibición o una desconsideración. Pero sea puntual o un rasgo de carácter sólido, su aspecto siempre es sucio y brumoso. Cuidar a los demás y cuidarse a uno mismo necesita su buena dosis de picardía, ironía y cinismo. Sin estos ingredientes, cualquier ayuda va a resultar egoísta. La vida acaba siendo siempre más compleja y retorcida de lo que se predica.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.