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El infierno son los otros
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«Como todo es gratis, las barbaridades van subiendo de tono en un ejercicio de deterioro democrático que evidencia la verdadera naturaleza de determinadas ideologías»Sabemos que en política la culpa la tienen siempre los demás. El juego partidista es binario y simplista: ellos malos y nosotros buenos. Asumir los propios errores es algo incompatible con los usos y costumbres de los que mandan. La denominada 'ley del solo sí ... es sí', ofrece un ejemplo palmario de cómo la petición de perdón por una modificación jurídica que rebaja sustancialmente las penas a los delincuentes sexuales, es algo que no entra en los planes de un Gobierno que auspicio, elaboró y aprobó este engendro legislativo con la ayuda de sus compadres habituales. En el colmo de la hipérbole, las autoras de este desaguisado siguen manteniendo que se trata de una ley «buenísima y magnífica», pero que está mal aplicada por la ultraderecha judicial, los fachas con toga y los magistrados que echan pulsos al Ejecutivo por el simple hecho de regirse, como es su obligación, por el inexorable principio de 'indubio pro reo'.
Al despropósito jurídico derivado de la improvisación y la ausencia absoluta de preparación técnica, se le denomina «efectos indeseados y a continuación se le echa la culpa al empedrado. Aquí nadie asume la más mínima responsabilidad y ningún cargo se plantea dimitir. El desastre es de tal magnitud que no es de extrañar que todo un exlehendakari, actual portavoz parlamentario del partido del Gobierno, diga insensatamente que si los violadores son puestos en libertad «hacemos otra ley y vuelven a la cárcel». Todo es un puro dislate.
Así las cosas, también es perfectamente coherente que ante la decisión del Tribunal Supremo que frustra la hoja de ruta del Gobierno para rebajar los delitos de los condenados del 'procés', una iletrada portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña acuse directamente a los jueces nada menos que de dar un «golpe a la democracia». Y lo dicen aquellos que pusieron en jaque a la propia democracia con un intento de golpe de Estado cuyos responsables, condenados, fueron posteriormente indultados por la Moncloa. Es el mundo al revés, los pájaros disparando a las escopetas. Lejos de mostrar el menor respeto por uno de los poderes del Estado, la vocera de ERC se permite calificar la resolución del Supremo como una muestra de «arbitrariedad» de un sistema judicial «retrógrado y supeditado a la derecha española». Como todo es gratis, las barbaridades van subiendo de tono en un ejercicio de deterioro democrático que evidencia la verdadera naturaleza de determinadas ideologías más próximas a la autocracia que a la libertad.
Y dentro de las iniciativas que suscitan muchas dudas, se encuentra también la denominada 'ley trans', de cuyos perniciosos e irreparables efectos, especialmente en niños y adolescentes, ya nos advierten juristas y feministas veteranas que se hacen cruces con su estupefaciente articulado. Una mujer tan poco sospechosa de no haber luchado toda su vida a favor de la igualdad, como Amelia Valcárcel, ya ha dicho gráficamente que «no habrá años suficientes para arrepentirse de ella».
Prepárense porque, así las cosas, en las próximas elecciones municipales y autonómicas, preludio de las generales de diciembre, los trazos gruesos van a embarrar el terreno de lo que debería ser un espacio de confrontación inteligente de ideas, modelos y propuestas dirigidas a mejorar la sociedad. Los ciudadanos vamos a terminar ahítos de proclamas, soflamas y demagogia de todo a cien. La política es hoy una actividad cortoplacista e instrumental donde los valores tradicionales brillan por su ausencia. En el fondo, desengáñense, les importamos un ardite. Únicamente quieren nuestro voto y en su procura van a hacer y prometer todo lo que sea necesario. Atentos.
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