Con más expectación política que simple curiosidad, ayer se celebró el congreso constituyente del Partit Nacionalista de Catalunya (PNC), a cuyo frente ha sido elegida secretaria general Marta Pascal, que fue estrecha colaboradora de Artur Mas en Convergencia, llegó a ser coordinadora general del PDeCAT ... y dimitió en marzo de su escaño de senadora por designación del Parlament de Catalunya. El nuevo PNC recoge la disidencia del pospujolismo hoy capitaneado por Puigdemont, que ha llevado a la organización a posiciones que se encuentran extramuros del sistema constitucional español, y tiene como objetivo recuperar las esencias de la antigua CiU, síntesis de CDC y de UDC, que representó un dialogante, constructivo y realista catalanismo político, que facilitó durante varias décadas la gobernabilidad del Estado. Pascal ya marcó distancias con Puigdemont en una asamblea de julio de 2018, cuando ante la falta de confianza de este declinó seguir al frente del PDeCAT; en septiembre de 2019, Pascal y el nutrido grupo de exconvergentes que la acompaña fundaron en el Monasterio de Poblet 'El País de Demá', germen del PNC, que se ha desmarcado completamente del 'procés'. La nueva organización, que muestra un independentismo 'sensato', ha nacido a imagen y semejanza del PNV, cuyo espíritu imita sin disimulo tanto en su estrategia cuanto en su significado político. El PNV, como el Scottish National Party escocés, es hoy soberanista pero sus convicciones democráticas le mantienen dentro del gran pacto constitucional que es el fundamento de nuestro modelo de convivencia política. Prueba de ello es que el 'plan Ibarretxe', que iba un punto más allá y acabó rechazado por las Cortes, fue directamente archivado en cumplimiento estricto de la ley.
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De momento, el PNC, cuya líder manifestó ayer que ellos no llegan a la política «para ser la muleta de nadie», defiende el derecho a decidir pero propone intentar la vía escocesa para logralo, mediante un proceso de negociación con el Estado para llegar a un referéndum reconocido, acordado y homologado y dejar atrás la esterilidad de la vía unilateral. Esta nueva oferta política, que ha sido acogida en el Estado con indisimulada esperanza, tiene ahora que abrirse paso a través del sectarismo del independentismo radical liderado por Puigdemont. Si realmente el PNC adquiere envergadura, la cuestión catalana podría dar un gran y positivo vuelco.
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