Las incógnitas del 'brexit' y de Cataluña
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«Ninguno de los políticos que promueven la independencia puede explicar con detalle cuál será el futuro. Dar un paso adelante no es una idea sensata si el camino te lleva al abismo»El proceso de 'brexit', como el 'proces' en Cataluña, se basa en un catálogo de mitos sobre la independencia. Una de las fábulas más potentes es que el objetivo se puede lograr con una ruptura rápida y limpia, pero en ambos casos ese debate ha ... sido paralizado por unos mitos y unas mentiras. A pesar de la promesa del primer ministro británico, Boris Johnson, que aseguró que prefería «morir» que aplazar la fecha del 'brexit' –previsto en principio para mañana jueves, 31 de octubre–, sí habrá un retraso en la salida de su país de la Unión Europea. Johnson sigue en buen estado físico, pero lo que queda muy debilitada es la confianza en el sistema político, y es dudoso que la convocatoria de elecciones para el próximo mes de diciembre sea suficiente para despejar las muchas incógnitas que todavía se ciernen sobre el proceso.
Quienes promueven la independencia, ya sea de Cataluña de España o del Reino Unido de la Unión Europea, insisten en que una vez que se logre la sociedad podrá salir adelante hacia un futuro mejor. Lo más importante es acabar con la relación actual. El lenguaje es importante, pero es un engaño. ¿Quién no quiere completar una tarea pendiente? ¿Quién no quiere dar un paso adelante en su vida personal o en su trabajo? Son pocos los que desean dar marcha atrás o retroceder.
Sin embargo, ninguno de los políticos que promueven esa independencia puede explicar con detalle cuál será realmente el futuro. Dar un paso adelante no parece una idea sensata si el camino te lleva a un abismo. Avanzar es simplemente una maniobra y solo se beneficia el viajero si avanza hacia algo mejor, pero aquellos que claman por la independencia no son capaces de explicar con datos convincentes lo que sucederá en el futuro. Y sin la certeza de un futuro mejor, lo lógico es tener mucha precaución de romper con el presente, por muy molesto que sea.
Esta semana, los diputados presentes en Westminster han mirado al abismo y han decidido no saltar. Hace tres años el pueblo británico envió un mensaje a sus representantes para que el Reino Unido abandonara la UE. En realidad, fue una instrucción de una minoría porque tan solo el 37% del censo británico votó por el 'brexit', pero ese mandato ha chocado con un obstáculo aún peor. El referéndum fue un ejercicio de lo que los politólogos llaman 'democracia directa', es decir, una decisión de los votantes en un referéndum conformado por una pregunta única y sencilla. Sin embargo, para poner en práctica el resultado, se necesita una ley altamente compleja y aprobada por los diputados electos con un sistema que los politólogos llaman 'democracia representativa'. Bajo este sistema, se espera que un diputado ejerza su criterio, conocimiento y, si la tiene, sabiduría, en la toma de decisiones. Y en el caso británico, la consecuencia de la mezcla de estos dos modelos democráticos ha supuesto un estancamiento total porque no hay acuerdo entre los representantes del pueblo y la forma en la que llevar a cabo la voluntad de ese pueblo. Por lo tanto, se ha agregado otro conflicto a la saga del 'brexit', ya que no hay mayoría para materializar la alternativa concreta para abandonar la Unión Europea.
Hace unos días, Boris Johnson presentó a la Cámara de los Comunes su borrador del acuerdo alcanzado al final con la UE. Pero su propuesta se basa en ideas mínimas que dejan todavía muchas preguntas en el aire. Los diputados de Westminster exigen más tiempo para examinar la alternativa. Algunos de ellos quieren incluso enmendar el acuerdo de Boris Johnson para que el Reino Unido mantenga una relación con Europa dentro de una unión aduanera. Otros pretenden asegurarse de que las regulaciones de la UE sobre temas como los derechos laborales y el medio ambiente sigan en vigor, igual que ahora. Esto permitiría a Gran Bretaña abandonar las instituciones políticas europeas, pero mantener una relación de libre comercio, igual a la de Noruega, por ejemplo.
Otros parlamentarios argumentan que así el Reino Unido permanecería atrapado en la Unión Europea porque tendría que cumplir con todas las normas y reglamentos aprobados en Bruselas, mientras que se quedaría fuera de los foros políticos donde se toman las decisiones. Estos diputados sostienen que el verdadero significado del 'brexit' es que su país debe estar fuera de las estructuras políticas y comerciales de la UE. Insisten en que esto es lo que votó el pueblo británico en el año 2016. Pero, ¿quién sabe? El referéndum en 2016 fue una simple pregunta sobre si abandonar o no la UE, mientras la forma de partir de la Unión tiene cientos de fórmulas distintas. Al igual que el futuro de Cataluña con el resto de España, la posible relación entre el Reino Unido y Europa es todavía una incógnita. Lo cierto es que no habrá el 'brexit' previsto para esta semana, y que el debate va para largo. La idea de una ruptura rápida y seca es un mito que nunca se va a cumplir.
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