La procesión va por dentro y este año, todavía más. Ya lo anticipaba un cartel coral anunciador en el que una veintena de cofradías de Valladolid dejaban su huella como prólogo a otra Semana Santa condicionada por las restricciones. Que no teman los que ... vieron en estos días de Pasión un alivio injusto de las medidas: la imaginería permanecerá inmóvil. Así que aquí también toca reinventarse a cielo abierto.

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La música dulcificará el parón procesional y las rutas sustituirán a los desfiles. No veremos la prolongada agonía del Cristo de la Luz discurrir entre los capirotes y mantillas por el corazón de la ciudad, pero se recordará su paso con un recorrido por las calles por donde transita la imagen titular de la hermandad universitaria. Paso a paso, invitará a los nostálgicos a descubrir en las iglesias penitenciales los pasos de grandes maestros escultores. 

No hay diferente vara de medir y la prueba es esta. Como si de una penitencia se tratase y con el sentido intacto de esta venerable Semana, iniciamos el camino hacia la Pascua de Resurrección, la verdadera Esperanza. Porque, al igual que el cíngulo ajusta el hábito al Nazareno, los cofrades se ajustarán a las exigencias con la resignación propia del cristiano. Toca hacer de imagineros, aunque despojados de madera y gubia.

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