Imaginemos
«Uno de los aspectos fundamentales en los que se centra el feminismo es la educación y, dentro de ella, el conocimiento de la presencia de las mujeres en la historia y su divulgación»
edurne portela
Lunes, 16 de marzo 2020, 07:58
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edurne portela
Lunes, 16 de marzo 2020, 07:58
Marzo es un mes en el que visibilizamos a la mujer, sobre todo desde que las manifestaciones del 8M se han convertido en eventos multitudinarios y los partidos políticos (excepto la ultraderecha) claman defender el «verdadero» feminismo. Pero la atención hacia la experiencia de las ... mujeres, la lucha por una igualdad real en todos los ámbitos de la vida privada y pública, no es cosa de un sólo día. Uno de los aspectos fundamentales en los que se centra el feminismo es la educación y, dentro de ella, el conocimiento de la presencia de las mujeres en la historia y su divulgación. Hagan una prueba. Cierren los ojos e imaginen primero a treinta y ocho personas con uniforme carcelario, corriendo por unas cloacas, protagonistas de una espectacular fuga de una prisión. Después, imaginen a un grupo de personas en un campo de concentración, con el barro hasta media pierna, bajo la lluvia, transportando piedras de una cantera a un edificio en construcción, a trescientas personas hacinadas en un barracón, de cuclillas, espalda contra espalda, nalga contra nalga, haciendo sus necesidades sobre un agujero. Seguramente habrán imaginado a hombres en las dos situaciones. Nuestro conocimiento y nuestra imaginación de este tipo de experiencias históricas extremas están asociados a lo masculino.
Últimamente he leído dos libros publicados por la editorial Seix Barral que, a pesar de sus diferencias, iluminan de forma complementaria rincones oscuros de la historia, como los del experimento que les he propuesto. El primero, '38 estrellas', es una crónica de Josefina Licitra que narra la fuga de 38 presas políticas de una cárcel de Montevideo en 1971. El segundo es 'Regreso a Birkenau', un testimonio desgarrador de Ginette Kolinka, superviviente del campo de exterminio Auschwitz-Birkenau, escrito en colaboración con la periodista Marion Ruggieri y con una traducción excelente de Isabel González-Gallarza.
La periodista Josefina Licitra centra su libro en la 'operación Estrella', una fuga masiva de presas políticas pertenecientes en su mayoría al MLN-Tupamaros, el principal movimiento de guerrilla urbana en el Uruguay de los 70. Se fugaron a través de un túnel excavado desde el exterior por debajo de la cárcel, que desembocaba en las cloacas de la ciudad. En '38 estrellas' Licitra recoge los testimonios de algunas de esas tupamaras y narra, contextualizando el antes y el después, cómo se planeó la fuga. El toque espectacular del libro es la fuga en sí, pero tal vez lo más interesante es esa contextualización por su aportación al conocimiento de la historia de las mujeres en la izquierda revolucionaria. Por una parte esas militantes ocuparon puestos importantes en la organización, se formaron intelectualmente como los hombres, como ellos entrenaron y aprendieron a usar las armas y arriesgaron sus vidas. Sacrificaron proyectos personales, la posibilidad de una pareja, la maternidad. Todas entraron en prisión con apenas 20 años y, pese a ese momento épico de la fuga, 34 de ellas volvieron a ser apresadas durante la brutal dictadura que comenzó en 1973. Las nuevas condiciones de encierro fueron mucho más severas e incluían torturas continuas y violaciones. Pasaron años encarceladas en condiciones iguales o peores que sus compañeros pero cuando el gobierno democrático de Sanguinetti concedió una amnistía en 1985 para el MLN, en la rueda de prensa sólo había hombres. Tanto en su participación en la guerrilla como después, en el relato épico de la historia, sufrieron la doble moral de la izquierda, revolucionaria pero profundamente patriarcal. Su historia desapareció hasta que Josefina Licitra comenzó a investigar. Cuando le preguntó a Gabriela Jorge, una de las dirigentes del MLN, cómo es que no habían contando nunca su historia ella contestó: «Yo más bien diría que casi nadie nos preguntó».
Si en los testimonios que recoge y elabora Licitra nos asomamos a las experiencias femeninas extremas de clandestinidad, prisión y tortura, en el texto de Ginette Kolinka el contacto con el horror se magnifica a un nivel que, aquellas personas que no hemos sufrido esas vivencias, no podemos siquiera imaginar. Kolinka ha publicado este texto con 94 años y es su único testimonio escrito. Hasta principios de la década del 2000, que comenzó a viajar a Auschwitz-Birkenau con grupos de estudiantes, había guardado absoluto silencio sobre su pasado, incluso con su marido y sus hijos.
El texto de Kolinka habla exclusivamente de las mujeres en Birkenau, el mayor campo de exterminio nazi. Es un texto muy breve, de una conmovedora fuerza emocional y visual y con un planteamiento ético que lleva, irremediablemente, a las reflexiones de Primo Levi sobre cómo las vivencias del campo transforman al ser humano: la degradación moral, la lucha por la supervivencia que anula la dicotomía entre el bien y el mal, la exploración de la zona gris, la conciencia de que es imposible transmitir la magnitud de la Shoah pero que aun así es necesario narrarla. Todo ello está presente en el testimonio de Kolinka, a lo que se añade el relato de cómo vivían las mujeres esa realidad que se sitúa en los límites de lo narrable. En este sentido, sus reflexiones sobre la culpa y la vergüenza están muy asociadas a la experiencia del cuerpo femenino. Sólo un ejemplo: a su llegada a Birkenau, con 19 años, Kolinka es obligada a desnudarse completamente frente al resto de las mujeres, nunca ha visto a una mujer desnuda y, más que miedo o extrañeza, siente vergüenza. Tanta que cuando le tatúan su número de deportada en el brazo, dice: «Ni siquiera sé si duele, la vergüenza de la desnudez es tal y tan intensa que no siento nada más».
Kolinka narra los trabajos forzados, la selección de las mujeres más débiles, su hacinamiento en las letrinas, el espanto del hambre, su amenorrea, sus 26 kilos, su crueldad al contar a su madre cómo el padre y el hermano fueron enviados a la cámara de gas, su culpa. Nunca habrá testimonios suficientes, ni de hombres ni de mujeres, que nos ayuden a entender estas vivencias extremas, pero el de Kolinka nos ayuda a conformar una imaginación que incluya cómo ellas lo vivieron.
Feminismo también es esto: formar nuestro conocimiento y, con ello, nuestra imaginación —la de los hombres y la de las mujeres—, nutrirla de relatos que nos acerquen a las experiencias y vivencias de las mujeres. De lo contrario, seguiremos reproduciendo la falacia de que lo masculino es lo universal y cerraremos los ojos y sólo veremos a hombres como sujetos de la historia.
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