Nada será igual
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«No serán iguales las relaciones humanas después de haber pasado por el filtro telemático y no serán iguales las empresas, las pocas empresas que queden después del terrible paso de la enfermedad»Nada volverá a ser igual. Es lo que tiene una pandemia, que pasa como un tornado y da la vuelta a todo cuanto sale a su paso. Lo arrasa todo, sin miramientos, sin piedad también.
A partir de ahora serán diferentes las relaciones humanas, ... esas que han marcado la convivencia durante décadas. Los abrazos se venderán muy caros y esa cercanía cotidiana, ese estrecharse la mano, esa capacidad para empatizar con la mirada primero y con la cercanía después, se diluirá entre los recuerdos en una foto que se verá en blanco y negro. Han sido unas semanas, pero la distancia entre la realidad pasada y la presente parece ahora separada por siglos.
La anormal normalidad que espera a la sociedad se irá conformando de forma lenta, tejiendo como un puzle que habrá que rearmar después de que todas sus piezas se hayan caído de la mesa. Será duro, y es una certeza, pero inevitable. Ya lo es, en realidad.
No serán iguales las relaciones humanas después de haber pasado por el filtro telemático y no serán iguales las empresas, las pocas empresas que queden después del terrible paso de la enfermedad.
El coronavirus ha derribado el ya pobre esqueleto empresarial de esta comunidad, mucho más en el caso de León, amarrado al sector servicios como a un clavo ardiendo. Pocas economías eran tan inestables como la leonesa, y la covid-19 ha sido el último torpedo en plena línea de flotación. El barco, ya tocado con anterioridad, se hunde y es irremediable.
El escuálido tejido empresarial que sobreviva a la pandemia tendrá que amoldarse a una nueva realidad, con el cliente al otro lado del panel de metacrilato, con la distancia social que hará que las comidas se celebran en mesas diferentes, con las oficinas divididas por el teletrabajo, con el cliente tan y tan lejos que el negocio se hará muy complicado.
Conviene en ese punto recordar el determinante papel que ahora jugarán las administraciones públicas porque, en el caso del sector servicios, su revitalización supera con mucho la imaginación y el empeño de los empresarios ahora semiarruinados. O todos suman, con las administraciones al frente, o el sector está muerto, y con él la economía, los trabajadores y por extensión una parte clave de la propia sociedad.
Lo que espera en los próximos meses se presume como un reto de tal dimensión que pondrá a prueba toda la estructura política, económica y social.
Cambiará, sin dudarlo, el propio entorno urbano en el que habitamos. Si algo ha determinado la pandemia es que las ciudades deben ser diferentes. Desde luego son mucho más amables cuando el coche cede terreno al peatón. Incluso ese sencillo gesto resulta clave en la reactivación económica. Caminar es mucho mejor que pisar el acelerador.
En los últimos días León capital se ha convertido en escenario de un intenso e interesante debate sobre si es preciso hoy y ahora reformar la principal arteria de la ciudad para dar paso a un vial urbano, peatonal, abierto al ciudadano, la bici y el patinete y cerrado a las cuatro ruedas.
Sostiene la lógica que no solo es necesaria la peatonalización de esa zona de la ciudad, sino que se queda muy corta y debería extenderse con urgencia a otras áreas de la ciudad. Si la calle es del peatón la vida se activa, y por ahí pasa el entorno urbano al que se debe ir. Si además es atractiva y agradable tendrá un innegable poder de llamada.
El coronavirus cambiará todo, a las personas, a las empresas y a las ciudades. Creer lo contrario es simplemente creer que aquí no ha pasado nada. Y sí que ha pasado ¿verdad?
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