Entre Igea y Egea
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Las catalanas y el congreso del PP de Valladolid sitúan a Mañueco entre dos políticos a la baja. Illa y Zapatero ponen a Tudanca frente al espejo del trabajoSecciones
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LA ESPITA ·
Las catalanas y el congreso del PP de Valladolid sitúan a Mañueco entre dos políticos a la baja. Illa y Zapatero ponen a Tudanca frente al espejo del trabajoDespués de las catalanas, Alfonso Fernández Mañueco tendría más motivos para estar contento (batacazo de Ciudadanos, patinazo de su dirección nacional, pelea Pedro Sánchez-Pablo Iglesias, los delirios callejeros de Podemos) que para estar preocupado. Pero se cierne sobre él una amenaza tan ... silente como letal.
Desde hace tiempo, Mañueco se mueve entre Francisco Igea (vicepresidente, portavoz y consejero de todo lo de Ciudadanos en la Junta, menos Cultura porque no llega) y Teodoro García Egea, secretario general del PP, mano derecha de Pablo Casado, que cuenta sus comparecencias en las urnas por derrotas: perdió en dos generales, perdió en las vascas, ha caído en la irrelevancia en Cataluña y en las gallegas, la mayoría absoluta fue de Alberto Núñez Feijóo. Entre Igea y Egea, Mañueco va tratando de capear muchos temporales; el más duro, la gestión de la pandemia. El vicepresidente, que se había quedado sin partido, ahora mismo une a esa horfandad el hecho de que la marca Igea está tan devaluada que ya ni cotiza en política. Vale por lo que es, vicepresidente de la Junta, pero ha dejado de valer por lo que dice y por lo que hace. Ese es el mayor peligro de Mañueco: lo que hace Igea le puede arrastrar.
En cierta medida, le está pasando ya. Solo se le va a medir por cómo afronta el mayor desafío que tiene la sociedad contemporánea y en las dos últimas semanas llegan señales que le deberían preocupar. Con ser fuerte el varapalo del Supremo contra el adelanto del toque de queda, en la calle no parece que le haya pasado factura el haber estado un mes con dos horas más de restricciones en los desplazamientos. A fin de cuentas, piensan muchos, la obligación del político es hacer lo máximo para luchar contra algo tan letal como la covid-19 sin quebrantar la ley. Por mucho que el socialista Luis Tudanca se empeñen en presentar a Mañueco poco menos que como el infractor alfa, no calará una idea así. Otra cosa son medidas marca Igea como la de limitar a 25 la presencia de fieles en lugares de culto, que provocó hartazgo en un amplio sector social. Algo tan irracional como extemporáneo, salido de la factoría Igea, que ejerce de consejero de Sanidad y de Empleo, anulando políticamente a Verónica Casado y Ana Carlota Amigo, la primera además con un equipo 'técnico' que conduce su gestión al desastre; ahí está la supresión de la atención personalizada en consultorios médicos rurales. El sismógrafo político de Castilla y León ha detectado ya dos señales en contra esta decisión igeniana. La primera, convocatorias en la calle, concurridas por muchos otrora votantes del PP que ahora mismo han perdido el miedo a manifestarse y a que les puedan ver como votantes de Vox. Ni el propio Egea (PP) parece enterarse de que el sorpaso catalán de Vox es porque muchos otrora votantes populares ya no temen votar a Santiago Abascal. Solo por eso, ese resultado es extrapolable fuera de Cataluña. Mientras Egea trabaja para reducir el peso político de Mañueco en su territorio, lo que quiere consumar el 6 de marzo en Valladolid, los votantes populares se le van a Vox, como antes a Ciudadanos, marca en caída libre.
La segunda señal, el Miércoles de Ceniza, con las palabras del cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, quejándose de que solo pudiera haber 25 fieles en las iglesias y que al teatro o al cine pueda ir muchísima más gente. Perder el silencio de la Iglesia para el PP ha sido definitivo en puertas de los cultos de cofradías de Semana Santa. De ahí la supresión inmediata del tope de 25.
Eso sí, fuera del PP, Mañueco recibe un balón de oxígeno del PSOE y Podemos. Al enfrentamiento entre ambos en el Gobierno de España, en Castilla y León la errática estrategia del secretario regional, que no líder, Tudanca, hace que se limite a la comodidad de pedir la dimisión del presidente de Castilla y León. Pero ya no basta con eso: la normativa fija un paso para valientes, la moción de censura. Claro, para eso hay que actuar, como se ha encargado esta semana de recordarle Rodríguez Zapatero desde los micrófonos de Radio Nacional: «Ser oposición es fácil: es decir 'no, qué mal lo haces, dimite'. Lo inteligente y que te da capacidad de ser alternativa es plantear un proyecto». Y por su parte, Salvador Illa, con su manera de hacer, se ha encargado de mostrar justo lo que no hizo Tudanca cuando ganó en 2019: trabajar desde el minuto uno por conformar un gobierno. Si no le sale, Illa habrá DEmostrado que por él no ha quedado; Lo contrario de lo que hizo Tudanca hace dos años.
Si el secretario regional socialista, que no líder, cree que le va a bastar con Igea y Egea contra Mañueco, va dado. Mañueco tiene a Sánchez y, sobre todo, Iglesias, para ir contra Tudanca. Y éstos pesan más que Igea y Egea.
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