Huevos y lentejas

Carlos baja al supermercado. Ya no hace falta hacer lista por lo escueto del recordatorio. En su casa solo entran huevos y lentejas. La compra ... apenas llega a los cinco euros. No hay para lujos, pero tampoco para lo esencial. Hace siete meses que no puede pagar la luz y ya va por el quinto ERTE encadenado. La media jornada como camarero le permitía al menos llenar la nevera y el estómago, pero la pandemia ha engullido sus ilusiones. El peor momento de su vida se ha transformado en los últimos días en el más esperanzador. El SOS lanzado en las páginas de este periódico ha desencadenado un aluvión de solidaridad que cree no merecer. El timbre no ha dejado de sonar. Al otro lado de la mirilla brotan caras amigas, pero también anónimas que han vuelto a llenar el frigorífico desierto.

Su historia es también la de muchos vallisoletanos que viven al límite de la desprotección. Una realidad que ha agitado conciencias y nos ha convertido en una especie de ONG, en seres que se mueven sin ánimo de lucro, solo por la satisfacción de ayudar al golpeado injustamente por esta crisis sin precedentes.

Y es que no hay que olvidar que las crisis se convierten en oportunidades. Se nos está brindando la posibilidad de ayudar a quienes más lo necesitan porque nunca se sabe, cualquier día podemos ser nosotros quienes miremos desde detrás de la mirilla.

Noticia Relacionada

Suscríbete a nuestra newsletter de opinión y recibe los domingos una selección de artículos