A pesar de mis amplios conocimientos de Derecho (aprobé dos asignaturas de primero y bajé los libros al trastero), leyendo lo publicado sobre este asunto no terminaba de entender qué diferencia hay entre aprobar algo por decreto o hacerlo con una ordenanza municipal. Ahora sé ... que las disparidades son importantes, porque el primero es la fórmula ideal para implantar lo que le da la gana al firmante y la ordenanza obliga a consultar a los ciudadanos afectados, o no, por la medida. No es una broma que los jueces hayan tumbado parte de ese Plan de Movilidad que, sin contar ni con Dios ni con el Diablo, puso en marcha el consistorio reservando carriles exclusivos para bicis, buses y taxis y complicando la vida de los demás conductores.
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Gracias a los señores de la toga, los vallisoletanos podremos alegar en breve lo que nos parezca oportuno contra esa regulación del tráfico ejecutada «por huevos», frase que, según el diccionario del académico don Manuel Seco, significa «a la fuerza o sin motivo razonable». Por si faltaba algo para amargarle la jornada al equipo de gobierno municipal, el Partido Popular tenía previsto preguntar en el Pleno de este martes qué va a pasar con las multas impuestas y cobradas a todos aquellos que se saltaron el decreto de marras, que ha demostrado ser «contrario a derecho». Como dijo don Federico Trillo, prestigioso jurista y expresidente del Congreso, ¡manda huevos!
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