Horror en el ultramarinos
ABRIENDO EL COMPÁS ·
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«Ha quedado más que demostrado es que prima más el sectarismo que el bien común»uando Sofia y yo decidimos casarnos en el año 2012, nuestra principal preocupación eran los números, porque del tema afectivo, es decir, del amor, íbamos o, mejor dicho, vamos muy sobrados, lo que viene siendo gozar de buena salud. Hicimos muchos números porque al final ... como todo en la vida, el dinero, aunque digan lo contrario, no será lo más importante, pero si lo más necesario.
Recuerdo perfectamente la noche en la que decidimos comenzar nuestro proyecto de vida en común, como dirían los modernos. Fue en una céntrica pizzería de León donde después de cenar le pedimos un bolígrafo al dueño y acabamos haciendo una especie de tabla Excel, con los gastos e ingresos en el mantel de papel. Entre todos los gastos previsibles, porque luego siempre salen más, yo siempre presupuestaba muy poca cantidad al supermercado, a la llamada cesta de la compra. Evidentemente, Sofia tenía razón cuando me decía que, iluso, de mi todo lo solucionaba con un carro de 50€ los sábados por la tarde.
Pensaba que la experiencia de vivir unos años sólo, podía trasladarla a la vida en común, pero claro, aquellas cantidades no eran las de una familia normal sino las de un joven para quien la comida se había convertido en un trámite más.
Porque cuando uno comienza su vida laboral, y en mi caso en otra ciudad, la prioridad era pagar el alquiler, lo mismo que ahora, donde se iba y se va la mayor parte del sueldo.
No quedaba otra que ajustarse el cinturón, minimizar los gastos y llevar una economía de guerra porque lo verdaderamente importante era poder salir por la noche. Ir a un restaurante no entraba ni en los mejores planes, a no ser que fueras de gorra, por tanto, la única opción que me quedaba era ir al supermercado e intentar estirar el presupuesto al máximo posible. Una dieta rica en pasta, arroz, jamón york, sajonias, foie gras y muchas galletas maría, inadmisible e innegociable para cualquier médico nutricionista.
Esta semana El gobierno francés de Emmanuel Macron ha sido capaz de alcanzar un acuerdo entre las grandes distribuidoras para rebajar el precio de una serie de productos básicos en la cesta de la compra. Una medida de carácter voluntario que busca frenar la inflación y que choca frontalmente con lo de aquí, con la tan discutida bajada del IVA.
Cada cadena de distribución tomará por si misma la decisión de cuantos y qué productos incluirán en la cesta de la compra, que previamente etiquetarán con la bandera tricolor de Francia. Dicen que nuestro gobierno mira de reojo esta medida y que incluso se lo está planteando. Pero claro, eso supondría reconocer el error y eso aquí parece imposible. Atrás quedó lo de rectificar es de sabios, ya nadie entona el «me confundí». Porque lo ha quedado más que demostrado es que prima más el sectarismo que el bien común.
Lo de los políticos poniéndose de acuerdo en uno y otro partido ahora mismo es poco más que un insulto.
Se busca el choque, el conflicto y la tensión. Se intenta no estar de acuerdo. Y mientras tanto pagando la leche, los huevos y el azúcar a precio de tiendas gourmet, pero y eso ¿a quién le importa?
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