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Descontamos los días. Para encontrar nuestra fecha de nacimiento en el calendario de vacunación. Para saber si volverá a haber elecciones en Cataluña. Para evaluar lo que queda de susanismo en Andalucía tras el fiasco madrileño del Partido Socialista. Para comprobar lo que tarda Ciudadanos ... en ser absorbido por el Partido Popular. Para ver si el Real Valladolid se libra de la Segunda y si el Atlético de Madrid se corona como rey de la Primera. Para que deje de llover y mayo se parezca un poco más al verano…
Y sin embargo Horacio nos dice que no hagamos eso. En concreto se lo dice a Leucónoe, cuya etimología podría traducirse, no sin cierta licencia, como 'cabeza hueca'. Y se lo dice en la célebre Oda XI, la del 'carpe diem': «No indagues, Leucónoe (no es lícito saberlo), / qué fin reservan los dioses a tu vida y la mía. (…) Aprovecha el día, no confíes en el mañana». En el ansia viva del saber lo que vendrá se nos escurre el presente.
Nosotros algo menos, pero los jóvenes sin duda creen en Horacio. Más que en la Junta de Castilla y León y en el Gobierno de España juntos. Les dicen que a ellos les tocará vacunarse en julio. Pero la verdad es que la única fiebre que les importa es la fiebre del sábado noche. De este sábado noche en concreto, tan horaciano. Sólo los dioses saben cuándo y cómo vendrá julio con sus vacunas. Mientras tanto, aprovechan el momento y viven con frenesí, un fin de semana más, la euforia del final de los toques de queda. Del final de la guerra.
Ellos descuentan las horas, mientras nosotros andamos todavía en el descuento de los días, las semanas, los meses. Quedan 95 días para el santo advenimiento de la inmunidad de rebaño, dice el oráculo de la Moncloa. Y el rebaño resiste. Caen a pique las cifras de mortalidad. Y el rebaño lo celebra en grupos de a seis, sin terminar de descorchar una botella, por si acaso. Por si acaso y porque el rebaño intuye, intuimos, que lo que viene después de la guerra es la posguerra. Que lo que va detrás de los ertes son los eres. Y que los que suceden a los descuentos son siempre los recortes.
También en esto hay división de opiniones, como en los toros. Los hay que confían más en las cifras del mercado del arte que en las previsiones del FMI. Es decir, que interpretan la venta de 'Femme assisse près d'une fenêtre', de Picasso, por 85 millones de euros, como un indicio de recuperación económica. Pero los hay que están más pendientes de los ajustes en la banca o de la voz de los autónomos, y piensan que hay que seguir descontando y descontando, como poco hasta el 2023... Pensar en el 2023 se hace largo, la verdad. Pero es porque mayo marcea con empecinamiento. Tal vez cuando empiece a pegar el sol, y se abran las playas, las piscinas y las botellas de Ribera, de Rueda, de Cigales…, los jóvenes y los menos jóvenes, seamos ya de Horacio sin condiciones: «Sé prudente, bebe buen vino y reduce las largas esperanzas / al espacio breve de la existencia. Mientras hablamos / huye la hora envidiada». No sé si las autoridades, pero al menos los bodegueros de Castilla y León, que descuentan los días para que se vea un poco más de luz en los mercados, seguro que lo agradecerán.
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