El presidente del PP, Pablo Casado, se presentó como la alternativa al Gobierno de Pedro Sánchez con la convicción y el aplomo que no tenía en ocasiones anteriores gracias al impulso, la confianza y el respaldo electoral en Madrid. No era un invitado de piedra ... a la fiesta de Isabel Díaz Ayuso.Es el otro gran beneficiado por la ola de cambio que se ha puesto en marcha en España como resultado de una nefasta gestión de la pandemia del coronavirus y de la crisis económica y de empleo del Gobierno de coalición reñido en demasiadas ocasiones. La concentración en la calle Génova surgió con ilusión y optimismo desatada por la persona por la que Casado apostó hace dos años ante las críticas de muchos compañeros de partido que no veían en Isabel Díaz Ayuso a una candidata cualificada para la presidencia de la Comunidad de Madrid.
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Ahora, esa apuesta ganadora tiene que rendir sus réditos a un Casado que ha asumido los postulados de Díaz Ayuso con la libertad por delante, la bajada de impuestos, la educación concertada y, especialmente, un apoyo real y decidido a los empresarios y autónomos en una situación tan delicada como la que se está sufriendo por el coronavirus. Casado auguró que hoy el PP ganaba en Madrid y que mañana lo haría en el Gobierno de España.
Son muchos los detalles que habrá que analizar con más tiempo, por ejemplo, cómo va a rentabilizar Casado esta victoria de cara a su asalto a la Moncloa. Veremos si hay vientos de adelanto de elecciones generales o el 'Gobierno Frankenstein' se mantendrá contra viento y marea para intentar recuperar algo de la confianza perdida de los ciudadanos a golpe de millones del Plan de Recuperación de la Unión Europea. En el PSOE, la reflexión de los resultados electorales va a ser profunda y va a remover muchos pivotes principales ante su ineficacia y su mediocridad, aunque es muy dudoso que el tsunami socialista llegue a su principal responsable que es Pedro Sánchez. Pero el camino a partir de ahora será bastante distinto. También en Ciudadanos se verán las tristes consecuencias de una debacle anunciada, pero por eso no menos dura y frustrante para una buena persona como es Edmundo Bal.
Habría que destacar un comportamiento que no debe pasar sin el castigo adecuado, el de José Félix Tezanos al frente del CIS. Si tuviera la vergüenza que tenía hace pocos años, presentaría su dimisión irrevocable. Una vez dirimida la batalla electoral en Madrid, la vacunación y la lucha contra el coronavirus siguen siendo el problema principal de los ciudadanos y afrontar las medidas imprescindibles para encarar la crisis.
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