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Se han cumplido 75 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz y la máxima obsesión del pequeño grupo de supervivientes que estuvo presente en los actos de recuerdo es que no se olvide el Holocausto. En un momento en que el antijudaísmo ... rebrota con fuerza en varios países de la Unión Europea es una comprensible preocupación. Porque no es posible ignorar que el plan sistemático de exterminio del pueblo judío se gestó en la Alemania de mediados del siglo XX. Entonces era una de las naciones más progresistas, dinámicas y admirables del mundo como recuerda Richard J. Evans, autor de la monumental trilogía sobre el Tercer Reich. El país que dejó Bismark encarnaba entonces el motor de las grandes reformas sociales y la vanguardia en la formación del Estado de bienestar. Pero en pocos años esta nación condujo a Europa a la guerra y a la ruina. A la mayor destrucción de la vida de millones de personas.
Uno de los grandes enigmas de la historia es cómo la sociedad alemana, no solo el partido nazi, sino la mayoría social, pudo secundar la persecución y el exterminio de millones de seres humanos. El papel que jugó la crisis económica del 29, las durísimas condiciones que el Pacto de Versalles impuso a la Alemania perdedora de la guerra de 1914-17, la exacerbación del nacionalismo pangermánico, el desprestigio de la democracia encarnado en la República de Weimar... Porque no fue solo un partido de fanáticos nacional-socialistas el que arrastró a toda la nación alemana al genocidio. Muchos países europeos (ahora Países Bajos acaba de pedir perdón al pueblo judío) como Francia, Polonia y Hungría colaboraron activamente en la deportación de sus ciudadanos judíos a los campos de exterminio. Pero si es trascendental para el futuro y la formación moral de las nuevas generaciones mantener viva la memoria de la Shoa también es capital huir de la vulgarización, manipulación, instrumentalización, adulteración, del Holocausto judío.
Dice William Goldandel en su ensayo 'Neurosis mediáticas' que el genocidio europeo ha traumatizado al occidente judeo-cristiano hasta socavar los fundamentos de sus creencias. La criminalización del estado democrático-liberal en sus instituciones policial y militar desde ámbitos llamados progresistas está en el ADN de este trauma. De ahí a establecer que la derecha europea es la heredera de la Gestapo y que el Estado liberal es un Estado policial no hay más que un paso. Ya en mayo del 68 se empezó a corear la consigna CRS=SS. Dando paso a una izquierda europea que ha criminalizado a las fuerzas del orden. Eso forma parte de la banalización de la Shoa. Y es una humillación para los que sufrieron de verdad un Estado policial y asesino como el Tercer Reich y sus campos de concentración. O los que criminalizan a Israel. Ya se ha establecido una galería satánica de políticos en los que a Hitler, le siguen Le Pen, Netanyahu, Bush, Trump, Salvini… Es el negro panteón de la nueva religión antifascista.
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