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El martes nos desayunamos siendo trending topic. Valladolid, o sea. En este mundo, eres noticia si estás en Twitter, aunque lo de ser tendencia suele dar mal rollo. Cada vez que alguien lo es, pensamos que se ha muerto. Muchas veces es así. El otro ... día fue trending topic Julio Verne y, en efecto, estaba muerto. ¿La noticia era que Valladolid había muerto? Bueno, Twitter vaticinó durante unas horas que estábamos en camino. Algunos iban más allá. Valladolid en cuarentena.
El principio del fin. Un virus extendiéndose desde aquí y zombificando a media España. En fin, la historia no por conocida deja de ser menos surrealista. El martes, en efecto, se activó el protocolo del coronavirus en Valladolid por una mujer procedente de China. En una sala de fiestas de la calle Italia. Vómitos y mareos de la susodicha y como consecuencia, histeria colectiva. Y ambulancias especiales. Y unos profesionales del Servicio de Emergencias ataviados con aparatosos equipos de protección.
Las redes se incendiaron al instante. Los alarmistas pedían mascarillas, desinfectar a media ciudad y criticabas a la gente que, por sacar una foto, se saltaba el perímetro de seguridad. A otros les salía la vena racista y pedían cerrar las fronteras a los chinos. Otros, rebozados en salsa tuitera, insultaban a todo dios. Y luego estaban los cachondos. Aquí hacemos guasa con todo. Los memes comenzaron a volar. Dado que, según algunos, el pub Italia es «más que un pub», se preguntaban qué explicación iban a dar en casa los contagiados. O que se iba a armar una buena cuando tuvieran que investigar a los clientes del pub. O que el contagio iba a estar más repartido que la pedrea de Navidad. O que nos había tocado la china en Pucela. Lo cierto es que muchos veían ya la película. Todo un homenaje a Berlanga. Muy exagerado y delirante, claro.
Una mujer china mareada y vomitando en una sala de fiestas. Una histeria que se desata. Unos empleados de Emergencias que llegan como los Cazafantasmas (todos de amarillo y con bolsas de basura en los pies). Unos cofrades justo en la acera de enfrente. Y una paciente poco colaborativa y con una buena cogorza que acaba huyendo en taxi. Santiago Segura tiene el guion hecho. Al final, eso sí, todo quedó en nada. Lo que se suponía: el coronavirus quedó en un simple cubatavirus. Y todo con aire de chirigota y cuchufleta. Pero, ¿y si hubiera sido verdad?
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