Minuto de silencio ayer, en el Congreso de los Diputados, por las víctimas del coronavirus. Efe

Hilando fino

EL ESPIGÓN DE RECOLETOS ·

El virus, lejos de unir voluntades, divide a líderes y a España entera: los españoles que critican la gestión del Ejecutivo son fascistas y si la aplauden, comunistas.

David Felipe Arranz

Valladolid

Viernes, 10 de abril 2020, 08:22

Plan 'progresivo, escalonado y duro': así define Sánchez su estrategia contra la pandemia, anuncio de ulteriores partes de esta tragedia. El número de españoles se ha reducido tanto, que tardaremos como mínimo una generación en reponernos de esta hecatombe colectiva. El Ejecutivo quiere ... reeditar los Pactos de la Moncloa para la 'reconstrucción' económica nacional, y la oposición se ha puesto de perfil.

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Los ujieres enguantados pasan la bayeta por tribunas y escaños, pues el partido del Covid-19 se ha hecho con la mayoría parlamentaria y lo invade todo, pulmones y demás. Vacíos los sitiales del hemiciclo, la voz de los pocos oradores que quedan en las Cortes tiene esa resonancia de normalidad que deja de serlo cuando uno mira los planos generales del graderío congresual. La concurrencia de políticos allí es tan escasa como los acuerdos, porque el virus, lejos de unir voluntades, divide a líderes y a España entera: los españoles que critican la gestión del Ejecutivo son fascistas y si la aplauden, comunistas. Así que, confinados en el búnker, vamos escuchando lánguidamente razones, propagandas, querellas, medallas, promesas… y el mal humor de sus señorías, mientras sigue el recuento de muertos.

Llegará un punto en que todos nos la tengamos que coger con papel de fumar y haya que hilar tan fino que al final no sabremos ya si el mundo entero es culpable de su propia desgracia. Lo dijo Quevedo: «Todo lo cotidiano es mucho y feo».

Ay, España: esa criptodemocracia que toca las castañuelas.

Twitter: @dfarranz

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