El hijo del troglodita

Y a partir de ahí, doscientos años nos contemplan después de nacer nuestra Historia en Cádiz, una tranquila mañana del día de San José, sin viento de levante y arrullados por las olas de la Caleta; al menos mis niñas gaditanitas se sentirán importantes, como lo hacían de segovianitas cuando estudiaron que allí, muy cerca de su colegio y de su casa, coronaron a Isabel la Católica y así parieron España. Dos nacimientos con siglos de diferencia, porque las Españas nacemos cuándo, dónde y cuántas veces nos da la real gana.

Acotada en el tiempo la asignatura, de 1812 hasta hoy, al más puro estilo americano con solo un par de siglos que estudiar, lo tendrán más fácil y estarán casi obligados a aprobar, no les pase como al hijo del troglodita que llegó a su caverna, entregó las notas con varios suspensos y sus padres, que entonces como ahora eran gente condescendiente, le dijeron: «Chaval que suspendas Matemáticas o Lengua, lo entendemos, pero Historia, no, que hemos empezado antes de ayer, zoquete».