Antes, si uno no leía 'El Quijote' entero y verdadero en bachillerato era un burro de nacimiento: nosotros lo leímos con Emilio del Río en el Colegio San José y, en junio, el examen era un ensayo sobre el legado cervantino, de Henry Fielding a ... John Dos Passos. Escribíamos hasta de la 'donna angelicata' de Dante. Emilio despertaba vocaciones y admiración eterna. Era el año 1991, pero hoy nos parece el Quattrocento. El martes, la OCDE ha publicado el informe Competencias 2021: aprendizaje para la vida, que señala que España es, por detrás de Grecia, el país que menos avanza en comprensión lectora de un total de 26, entre los 15 y los 27 años.

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Nuestra tasa de repetición de curso triplica la media de los países desarrollados. Y en formación en prácticas estamos al nivel de Eslovaquia. Japón, Alemania y Bélgica, en cambio, han alcanzado las primeras posiciones. A muchos aquí este déficit les habrá hecho gracia, empezando por la ministra de Educación y terminando por los consejeros de lo mismo. Una de las responsables del estudio, Francesca Borgonovi, asegura que el caso español «necesita estudiarse en profundidad», claro, pero en general, empezando por sus señorías, que ofrecen taxonomía patológica digna de estudio. Ignoramos cuántas reformas más se necesitan para alcanzar la inmunidad 'neuronal' de rebaño. El niño es un asno, sí, pero gasta 'smartphone' en las alforjas y corre al ritmo de los tiempos. Como sus señorías pudientes y semovientes, oiga.

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