Hemos querido esperar un tiempo razonable para escribir sobre las cualidades y proyección política del presidente Herrera. Estamos convencidos de que no seremos objetivos. Ya se sabe que cuando la memoria –esa función cerebral que siempre nos engaña– va a por leña, escoge los mejores ... troncos. Después de 18 años 'Juanvi, el Breve', como le denominaron entonces algunos politólogos, periodistas o miembros del Partido Popular, ha dejado la presidencia de la Junta de Castilla y León por voluntad propia. Ya lo intentó hace cuatro años, antes de las elecciones autonómicas de 2015, y desde Génova, así como desde todas las sedes provinciales, le solicitaron que repitiera como candidato.
No quiso presentarse en las primarias del PP autonómico de hace dos años, a pesar de que los dos candidatos, Mañueco y Silván, en una reunión que mantuvieron con el presidente Rajoy, coincidieron en que había que volverle a convencer para que siguiese siendo presidente autonómico del Partido Popular y candidato a las elecciones autonómicas de 2019. Los más cercanos le veníamos animando a que tomase la decisión de no presentarse desde hace más de cinco años. Cuidado que se ha gastado tinta y papel insinuando o diciendo abiertamente que era el denominado 'Ala Oeste de la Asunción' o 'el entorno vallisoletano del presidente' los que por egoísmo personal queríamos que continuase.
Es el único presidente de Castilla y León que se ha ido sin perder ninguna elección o sin abandonar el cargo a mitad del mandato. Sin hacer un análisis exhaustivo, creemos que son muy pocos los presidentes autonómicos o del Gobierno de España que lo han conseguido.
En el último mandato, fue muy criticado por cumplir su compromiso con los ciudadanos hasta el último día. Estamos convencidos de que los mismos que le criticaron lo habrían hecho igual si hubiese abandonado a mitad de la legislatura.
También le han llovido las críticas por ser un barón autonómico sin peso político en el partido. Que se lo pregunten a Rajoy, Feijoo o Casado, que siempre le han pedido consejo y lo siguen haciendo en la actualidad.
Pero lo cierto es que es un hombre del partido al que nunca le han gustado los denominados 'aparatos', siempre se ha mantenido alejado de la púrpura, oropeles y la corte que envuelve el poder. En el plano ideológico, es un hombre de centro y centrado, alejado de centralismos, profundamente liberal en lo económico y cercano a posiciones socialdemócratas en la esfera de las políticas sociales. Siempre hemos pensado que hubiese pertenecido a lo que en otros tiempos se denominó 'tercera España'. No admitía que en los programas electorales incluyésemos medidas irrealizables y electoralistas. Planificaba con luces largas, sin pensar en los siguientes procesos electorales.
Leal a su partido siempre. Lealtad que ha mantenido en los dos últimos años de mandato a su presidente autonómico y presidente del Grupo Popular en las Cortes de Castilla y León. Sobra decir que no se tomó ninguna decisión importante y de futuro sin el visto bueno del presidente Fernández Mañueco.
Atento siempre a los periodistas, no recuerdo rueda de prensa sin preguntas o plasmas. Pero es cierto que no era amigo de las entrevistas, ¿pero qué mayor entrevista que estar diariamente al frente del Gobierno? Ha sido un ejemplo de absoluto respeto y no intervencionismo en los medios de comunicación.
Sus resultados políticos serán difíciles de mejorar o de igualar. Según distintos estudios de organizaciones independientes, deja a Castilla y León en el primer puesto en educación, servicios sociales y atención a la dependencia, y en un lugar muy destacado en políticas sanitarias. Puso en marcha la renta garantizada de ciudadanía para los más necesitados. Y estos resultados los ha mantenido en época de bonanza o de crisis económica. Eso, sin duda, es jugar un papel importante en la política nacional.
Durante algún tiempo de sus mandatos creció la población y se alcanzó el pleno empleo masculino y se rozó el femenino. La Asociación de Economistas de España calificó a Castilla y León como la primera comunidad con más beneficios fiscales para las familias. Le quitaba el sueño las deslocalizaciones y la frialdad con la que las grandes multinacionales decidían. Siempre mantuvo su despacho abierto para cualquier nuevo proyecto empresarial o para resolver crisis.
Ha sido pionero, en su última legislatura, en políticas de regeneración, trasparencia y calidad democrática, limitó los mandatos del presidente y los consejeros, reguló las denominadas puertas giratorias, puso en marcha un código ético y de austeridad para todos los altos cargos, incrementó las incompatibilidades. Sus políticas en trasparencia siempre fueron calificadas por encima del 9 sobre 10 y aprobó la Ley que protege a los funcionarios cuando denuncian hechos de posible fraude o corrupción.
El diálogo político y social marcaron todas sus legislaturas, muchas de ellas con mayorías aplastantes. Alcanzó más de cien acuerdos en la mesa de diálogo social y se cuentan por decenas las leyes consensuadas en las Cortes de Castilla y León. Paraba, templaba y manejaba los tiempos como Juan Belmonte, y, como decía el maestro, quien sabe parar, domina en los toros y en la vida. Nunca ha querido dar el salto a la política nacional, a pesar de las múltiples ofertas recibidas. Una pena. Cree y quiere a Castilla y León, siempre le gustó estar cerca de sus «paisanos». Defendió con lealtad y mano firme los intereses de los ciudadanos de la comunidad ante gobiernos de España socialistas o populares –que se lo pregunten a los ministros Montoro y Soria. Patriota y defensor del estado autonómico desde la lealtad, la coordinación y la utilidad para las personas. Llevó la voz de Castilla y León a Europa, sacando adelante dictámenes tan interesantes como el de la violencia de género, el de la crisis demográfica o presidiendo el intergrupo de la industria automovilística.
No siempre logró alcanzar los objetivos políticos que se planteó, pero sobre estos asuntos seguro que hay otros encantados de comentarlos.
Es un hombre generoso, honrado y respetable, con fuerte personalidad. Realizó una apuesta contundente por modernizar Castilla y León y siempre «echó la pata pa'lante» por esta tierra. Estamos convencidos de dos cosas. La primera, que en muchos despachos estarán pensando en concederle la medalla de oro de las Cortes o de la Junta. Y la segunda, que este artículo le disgustará y aplicará como solo él sabe «luz de gas» a sus autores.
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