La muerte en Burkina Faso de dos periodistas españoles vinculados a esta tierra nos recuerda que hay colegas que se juegan el tipo por contar lo que pasa en el mundo.

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Allá donde voy presumo de ser amigo de alguien que cambió la comodidad de ... un buen puesto de trabajo por contar lo que pasaba en Afganistán, y que los demás veíamos y escuchábamos desde el tresillo.

Se llama Paco Forjas, interviene en este reportaje y es un superviviente, un héroe grandón con más agallas que el caballo del Espartero. Y aunque ahora vive cómodamente instalado en un precioso apartamento parisino, un día se lió la manta a la cabeza y se largó a ese maltratado país, donde se desarrollaba una guerra que mató a más de 100.000 civiles, entre ellos dos reporteros españoles.

Cuando me dijo que se iba a aquella carnicería me lo tomé a cachondeo, porque eso suponía abandonar un cómodo destino en Pucela para explorar un terreno más que peligroso, donde hizo su trabajo con una dignidad encomiable arrimando el micro a quien quisiera decir algo a través de RNE.

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Cuando volvió a Valladolid por culpa de una enfermedad contraída en el escenario del conflicto, lo visité en el hospital convencido de que su afán aventurero se habría esfumado, pero lo encontré en la cama rodeado de tubos y aprendiendo alemán para el siguiente destino. Quince años después de su aventura por varios países sigue siendo mi héroe de cabecera.

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