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Luis Bárcenas tiene la apariencia de haber salido de una película de Scorsese. El tipo duro y elegante que no se ensucia las manos de grasa. Si acaso de un poco de tinta, un borrón que se quita con la bayeta que le acerca presurosamente ... un empleado de baja estofa. Y como ocurre con algunos tipos duros, Bárcenas tiene una vertiente sentimental, casi lírica. Y ahí entra el reino de su familia. Territorio sagrado que el partido no respetó. Pecado mortal. La señora de Bárcenas está en la cárcel y eso es lo que él no quería. Por nada del mundo. Los tipos duros aguantan mucho bajo el agua, bajo las duchas desoladas de las prisiones, pero no soportan que les toquen a la familia.
Su antigua familia, eso pensaba alguno, era el partido. Pero el partido, para él, solo era negocio. O fundamentalmente negocio, a saber qué encerraba en su alma ese hombre con rostro de roca y abrigo con cuello de un terciopelo tan oscuro como el de su corazón herido. Ahora dice que tirará de la manta. Que dejará desnudo a Mariano Rajoy, Cospedal, Arenas, Acebes. La cuerda tal vez llegue hasta Aznar. No se sabe qué hay bajo la manta presidiaria de Bárcenas. No se sabe hasta qué oscuro pasado pueden llegar las confesiones de Esa Persona de la que Usted me Habla ni cómo puede erosionar la imagen de los antiguos líderes populares. La erosión que más preocupa ahora en Génova es la que pueda provocar en la dirección actual.
Mariano Rajoy puede quedar convertido en una caricatura. El hombre de los hilillos, el marchador presuroso, el bibliófilo del Marca. Y sus conquistas, que las hubo, quedar enterradas por la manta de Bárcenas. Rajoy salió del poder más por la mala gestión de la corrupción que por la corrupción en sí. La penosa imitación de los hermanos Marx que hizo Cospedal –la indemnización en diferido de la simulación del diferido–, el silencio, la opacidad. Sus herederos no deberían seguir ese camino. Ya saben que conduce directamente al pozo de las arenas movedizas, ese lodazal que se lo traga todo.
Se aproxima una oleada de juicios y causas pendientes contra el PP. Y la solución no es decir yo era un humilde diputado por Ávila. Tampoco referirse a Rajoy como alguien de otro tiempo. Ni siquiera referirse a él como Esa Persona de la que Usted me Habla. Si quieren ser verdaderamente creíbles deben poner todas las cartas sobre la mesa, y señalar con el dedo a aquellas personas de las que tengan constancia de sus irregularidades. Dar un paso adelante, por doloroso que sea. Eso hizo Angela Merkel con su mentor Helmut Kohl. Eso la llevó a estar donde está. Si hubiera hecho el avestruz estaría en el zoológico.
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