En tiempos de desolación no hacer mudanza. Desolación, que no tribulación. San Ignacio de Loyola utilizó desolación, aunque no sé por qué la palabra que ha hecho fortuna es la otra. Desolar es arruinar, destruir, no dejar nada en pie. Tribulación es pena, disgusto grande. ... Inhóspitos ambos territorios,vive Dios.

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Da lo mismo que Casado, cabeza del PP, esté atribulado o desolado. Amabas situaciones parecen justificadas ante la deriva actual del Partido Popular, en boca de todos y con unos resultados electorales penosos tanto en Euskadi como Cataluña. San Ignacio dirá lo que quiera –aunque no se refería a una mudanza pura y dura, de esas de camión y plástico de burbujas–, pero al líder que ha sucedido a Rajoy al frente del partido conservador no se le ocurre nada mejor que cambiar de sede para conjurar la desgracia. Irse. El hábito, por no dejar el terreno eclesiástico, hace al monje, parece pensar Casado; la sede de Génova 13 está maldita, investigada, ennegrecida de dinero negro.

Siempre que estrenamos casa queremos estrenar vida. Cambiamos de hogar y cambiamos el alma, cambiamos la piel, soñamos con ser otros, diferentes. Heráclito, el eterno fluir, contra San Ignacio. Deja el PP el edificio de Génova, de tan malos recuerdos, y todo comenzará a ir bien: Vox no les comerá terreno, Bárcenas enmudecerá, la corrupción antigua será olvidada… Casado, como Moisés, guía al pueblo a un nuevo hogar, a un esplendoroso destino. Y para ello no hacen falta ideas, basta con un nuevo contrato de alquiler. Qué gran líder.

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