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Ya solo nos queda la victoria, que diría el pregonero. Ya solo nos queda apreciar el atardecer, la soledad, el secuestro civil en algo que se parezca a un hogar. Ya solo nos queda ese hedonismo del solarón ibérico que es el hedonismo 'óxidodietarista' de ... Peláez, el toledano de Girauta desde el cigarral, el mediterráneo de Raggio. O quizá todos éstos juntos, porque este año veraneamos cerca del nido.

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Al final de la película, los Iglesias -'papuchi', Julio y vicepresidente segundo- nos enseñan que todo consiste en vivir como si no hubiera mañana.

Porque vivir consiste en eso, en pensar en francés como Juan Bautista, en pasear a un perro de porcelana entre los tesos, en crear un ambiente. Quizá eso, crear un ambiente, sea la Cultura y sea Occidente en general. Yo quisiera subirles una postal cantábrica con novia y rebeca, pero me quedo en el llano en llamas y en la gasolinera.

Dice la Diputación -Valladolid- que va a destinar 162.000 euros para que los jóvenes vuelvan a poblar el llano, y a mí que esto me pilla tarde y me suena bien porque hedonismo es, también, la independencia de vivir como Fray Luis y la responsabilidad de devolverle al pueblo la alegría de los quintos en el pilón, aunque vivamos tiempos difíciles y la mili esté mal vista.

Hace unos años presenté un libro sobre la felicidad, de autoayuda, y no me terminaba de creer los métodos para aguantar esta tormenta que no acaba. Pero he descubierto este hedonismo mediopensionista por el cual una alberca, un carbón y un atardecer con Orfidal son las armas que nos quedan. Y más ahora que lo de «creced y multiplicaos» está como en 'estándbay' y nadie nos preparó para tal ruina.

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