Las noticias más leídas del sábado 8 de febrero en El Norte de Castilla
Imagen del Muro de Berlín tomada en 1965. KONRAD GIEHR-EFE

¿Qué harías tú?

El avisador ·

«Los que todavía creen en la aldea global son muy enemigos de los viejos tópicos sobre americanos, chinos, rusos, ingleses o españoles»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 22 de enero 2022, 00:02

En modo preventivo, de momento. Pero ahí está de nuevo España, en primer tiempo de saludo ante la escalada militar en Europa. Y en el mundo, si tenemos en cuenta las bases de Venezuela. Al lado de la OTAN, como ocurrió en 1999 con los ... bombardeos de la guerra de Kosovo. En misiones de apoyo bajo mando aliado, como volvió a ocurrir en 2003 en el curso de la Guerra de Irak. La paz a fuerza de bombas, en versión contemporánea de la máxima de Julio César. El último calentón de la eterna guerra fría.

Publicidad

No será porque los rusos no lo lleven avisando: que no terminan de admitir lo que ocurrió tras la caída del Muro de Berlín. Cualquiera que haya vivido durante estos últimos treinta años en alguno de los antiguos satélites de la Unión Soviética sabe que la guerra fría jamás se terminó de enfriar del todo. Los visionarios de principios de los noventa se apresuraron al proclamar el nacimiento de un nuevo orden mundial, con un solo gendarme planetario: los Estados Unidos de América. Pero desde entonces han pasado muchas cosas en el mundo. Entre ellas la caída en picado de esto que somos y que llamamos Occidente. Empezando por los Estados Unidos e Inglaterra y continuando por sus socios europeos. Precisamente el territorio más expuesto al nuevo imperialismo de Putin.

La entrada de los rusos en Crimea en 2014 fue el primer gran aviso. En paralelo, el cambio progresivo de liderazgo mundial en favor de los chinos no ha hecho otra cosa que acentuar el proceso de decadencia. Una decadencia que bien podríamos ilustrar con solo dos fotografías: las de Donald Trump y Boris Johnson, esperpénticos gallos desplumados objeto de mofa en el mundo entero. Con la imagen de fondo de las hordas entrando en el Capitolio.

En 1983, con motivo de la entrada de España en la OTAN, la España pacifista cantaba a coro aquello de «¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?». Pura movida madrileña con letra y música de Polanski y el Ardor: «No, no, no, no, no tengo novia / y no me mola el Pacto de Varsovia» o «Ese señor me tiene gato / y no me mola el tratado de la Nato». Ahora queda casi ridículo el testimonio prosoviético de Podemos, si acaso algo más audible por tratarse de un partido que forma parte del Gobierno.

Publicidad

¿Qué harías tú? De momento, dice la otra parte del Ejecutivo español, que es la que tiene el mando del Ejército, decir lo que en su día dijeron Felipe González y Alfonso Guerra: que en esto consiste también ser europeos. En equipar los cazas por si tienen que salir rumbo a Bulgaria. O en enviar al Mar Negro la fragata Blas de Lezo, esa que lleva el nombre del almirante que dijo aquello de «todo buen español debería mear siempre mirando hacia Inglaterra».

Viejas estampas de las guerras de Europa que siguen poniendo en evidencia la fragilidad de la unión de los países al oeste del Muro de Berlín. Ahora solo queda saber si la pregunta que hemos de hacernos es: ¿Hasta dónde está dispuesto Putin a gallear para seguirse manteniendo en el poder? O si quizás se trata de esta otra: ¿Cuánto van a tardar las tropas rusas en volver a entrar en Ucrania?

Publicidad

Los que todavía creen en la aldea global son muy enemigos de los viejos tópicos sobre americanos, chinos, rusos, ingleses o españoles. Piensan que los bitcoins y las redes sociales, o incluso el coronavirus, nos igualan a todos ante la muerte y la incertidumbre. Y que las botas y los cascos de los soldados rusos son sólo parte de un inmenso videojuego. Los ucranianos, sin embargo, son más bien de temerse que hay manchas de sangre que no se quitan ni con salfumán.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad