Hamburguesas y el cerebro lagarto
Ojo al parche ·
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Ojo al parche ·
Cambiar hábitos poco saludables no depende de hachazos fiscales, sino del control que cada uno ejerza sobre el lagarto vía educaciónLe voy a contar una pequeña historia real al ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre las hamburguesas a las que quiere ahora freír a impuestos. A principios de este siglo XXI, alguien le vendió la idea a McDonald's de que la sociedad quería otro ... tipo de comida, más sana y con menos calorías. Así lo reflejaban los estudios de opinión y, por primera vez, vimos cómo el gran emblema de la carne grasienta a la parrilla incorporaba a sus menús ensaladas 'light' y verduras, instalaba en sus paredes cuadros con hojas verdes e incluso modificaba su histórico logotipo con un fondo verde mucho más amable y ecológico. Nada podía salir mal. Y, sin embargo, Burguer King llevó la contraria a los estudios de opinión y creó la 'Double Stacker' (su equivalente en España sería la 'Doble Cheese Bacon XXL'), una hamburguesa más grande, con más grasa y más calorías. Por si fuera poco, lanzó la Triple y hasta la 'Quadruple Stacker'. El resultado: todo un éxito. Su hamburguesa alcanzó el número 1 en ventas y la marca de la corona real se situó por primera vez como un serio competidor para McDonald's.
¿Por qué ocurre esto?, ¿cómo es posible que sigamos consumiendo este tipo de comida rápida?, ¿por qué decimos que las hamburguesas deben ser sanas y después compramos justo lo contrario? La ciencia nos da la respuesta: la parte prehistórica de nuestra masa gris, llamada cerebro lagarto o reptiliano, nos induce a ello y es prácticamente imposible callarla o ignorarla. Esa parte es responsable del miedo, la ira y el impulso reproductivo. Por eso, las marcas cada vez hacen menos caso a los estudios de opinión y más a los comportamientos reales.
A falta de saber exactamente a qué se refiere el ministro de Consumo cuando hace referencia a una subida generalizada de impuestos para la llamada 'comida basura', debería analizar dos realidades. Por un lado, que cambiar hábitos poco saludables no depende de hachazos fiscales, sino del control que cada uno ejerza sobre el lagarto vía educación. Por otro, que no existe ni una sola marca líder en el mundo que base su estrategia de éxito en el precio. Pese a lo que le diga su irrefrenable lagarto interior sobre lo buenas que son las subidas de impuestos, debe saber, señor ministro, que la gente seguirá comiendo hamburguesas. A no ser que también las prohíban, claro.
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