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A dónde habrán ido los besos y abrazos que no nos dimos durante el año 2020? Los psicólogos hablan de hambre de piel. Durante la pandemia no hemos podido abrazarnos, ni besarnos, ni tocarnos. Todo ello ha provocado un auténtico hueco emocional, un dolor que ... hasta se explica químicamente. Cuando nos abrazamos aumenta la serotonina y producimos oxitocina, la llamada hormona del amor. Sin ella, florecen la melancolía, la tristeza, la angustia, los trastornos del sueño. Una delicia este 2020 que se nos va. Nos han pedido abrazarnos online pero la tecnología no reemplaza la caricia. La tecnología sirve, en cambio, para que unos nazis chateen con la ilusión de matar a 26 millones de españoles. Estamos perdidos. No hay nada que hacer. Yo también fui de los tontos que pensaban que de esto saldríamos mejores pero cada día asistimos a comportamientos que hacen que perdamos la fe en la humanidad. Quizá ya en lo único que podemos confiar es en la ciencia. La esperanza puesta en unos científicos capaces de crear una vacuna en tiempo récord. Lo que todos soñábamos para escapar de este infierno. Ahora algunos dicen que la vacuna contra la covid-19 será la gran peste para esterilizar a la población mundial. Que te van a implantar un microchip. Que te va a salir un cuerno de unicornio si te vacunas. ¡A la mierda! A la mierda el 2020. Que se vaya de una vez antes de que vuelvan a salir los cayetanos y los terraplanistas de ultra derecha a manifestarse exigiendo libertad. Mientras tanto seguiremos buscando bajo la piel del mar todos los besos que no nos dimos este funesto año.
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