Guerras de familia

La confrontación entre ERC y JxCat es enconada y violenta. Puigdemont y Junqueras se detestan profundamente, y hoy ya se ve con claridad la pugna por el liderazgo del movimiento secesionista. El Consejo de la República, que pretendía presidir Puigdemont solemnemente sin otro mérito que su audaz fuga, se ha quedado en nada, pero los neoconvergentes no pondrán fácil la gobernabilidad a Aragonés. Además, en el seno de JxCat se han abierto las hostilidades: Puigdemont está a matar con Jordi Sánchez, el nuevo líder del partido, porque ha pactado con Aragonés al margen de Puigdemont y ha impuesto a sus colaboradores de confianza en las consejerías. Además, en la derecha nacionalista hay otras facciones que no se hablan con las mencionadas: el PDeCat de Artur Mas, por ejemplo.

Todo indica, en fin, que el principal objetivo de los nacionalistas catalanes es tomar el poder, dejar de depender de un Estado democrático que fiscalice sus correrías y hacer y deshacer a su antojo, incluso mediante leyes infumables y autoritarias como la de desconexión y la del referéndum que aprobaron antes del 1-O. Es todo demasiado ruin como para que nos quieran colar valores patrióticos y altruistas. El famoso 3% del pujolismo sería una minucia comparada con la gestión que harían los próceres soberanistas de la Hacienda catalana independiente y sin interventores profesionales al acecho. Parece mentira que la ciudadanía no se haya dado cuenta por completo de la evidencia.