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El próximo viernes se cumplirá un año de la guerra de invasión que Putin emprendió contra Ucrania bajo el eufemismo de 'operación militar especial'. El despliegue argumental negó la existencia de la nación atacada. La pretensión de demoler el Gobierno de Zelenski cercando Kiev resultó ... fallida. La sorpresiva capacidad de resistencia dio paso a contraataques que afloraron las debilidades del Kremlin. La traslación de la ofensiva rusa a la economía occidental a través del encarecimiento de la energía y el corte de suministros tampoco logró las divisiones perseguidas en las sociedades desarrolladas. La Unión Europea parece en condiciones de sortear la recesión, mientras Rusia simula aguantar con un PIB menor que el de España y se dispone a invadir más territorios ucranianos como si empezase la guerra desde cero. Los aliados de Ucrania se emplazan a secundar su defensa con los medios materiales y de inteligencia que impidan ese avance, mientras es improbable que Putin rebaje el nivel de alerta de la UE y la OTAN en su discurso del martes ante la Duma. El riesgo de que se cronifique un conflicto que, en realidad, se remonta a 2014 con la ilegal anexión rusa de Crimea está ahí.
Hace un año la agresión de Putin dibujaba un choque absolutamente desigual que hacía prever un desenlace inmediato. La capacidad de reacción militar, mucho más que un heroísmo desesperado, desbarató sus cálculos. Pero no sería exagerado suponer que han muerto tantos combatientes ucranios como rusos. Y siguen siendo asesinados miles y miles de civiles inermes, con un balance de 50.000 vidas arrebatadas como poco. La economía ucraniana se ha hundido más de un 30%, siete millones de personas han abandonado el país y otras tantas se han visto obligadas a desplazarse dentro de sus fronteras. Según Acnur, 17,7 millones precisarían ayuda humanitaria.
A pesar de los destrozos de la guerra, Ucrania no es un Estado fallido, sino una voluntad colectiva inquebrantable en su vocación europea. La paz posible exigiría la renuncia expresa de Rusia a expandirse como imperio frente a Ucrania y el resto de la órbita soviética. Zelenski declaró esta semana que no se rendirá cediendo territorio a cambio de un armisticio que incentive próximas agresiones. Además resulta imposible pasar página de lo ocurrido este año sin imputar crímenes de guerra y de lesa humanidad a quienes hoy siguen obsesionados con anexionarse Ucrania para anular a Europa.
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