Aunque hace años que, afortunadamente, no asisto en persona a ninguna rueda de prensa de las llamadas 'oficiales', observo que varias de las que convoca la Junta de Castilla y León pueden empezar con una hora, o más, de retraso. Esta costumbre indica que los ... convocantes calculan mal lo que van a tardar en acicalarse para dar la cara, o que les importa una higa el tiempo perdido por los medios de comunicación y la inquietud que siembra entre la población la tardanza en recibir noticias. La de este jueves, en concreto, se inició dos horas más tarde de la cita, y mientras mis colegas esperaban la aparición de los responsables las noticias sobre el avance de la pandemia eran cada vez más alarmantes en contagios y muertes.

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Comprenderán que con este panorama, cualquier ciudadano pendiente del avance de la pandemia tiemble imaginando qué ocultarían nuestras autoridades regionales para tardar dos horas largas en aparecer ante los periodistas. Porque cuando los jefazos deliberaban, la OMS hablaba de tasas «muy altas» de contagios y recordaba que la mortalidad se había multiplicado por cinco. Estas y otras cosas pasaban en nuestro pequeño mundo mientras el Gobierno regional seguía mareando la perdiz.

A la hora de comer, servidor desconectó convencido de que los mandamases tendrían razones de peso para un retraso imperdonable que a los críticos nos parece una grosería. O, dicho más suavemente, una falta de respeto.

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