Si les damos un poco de tiempo a los publicitarios, nos convencerán de que las vacunas contra el Covid19 no sólo nos salvarán del virus, sino que nos procurarán la felicidad. Y de que con ella seremos libres, que lo de la libertad no puede ... faltar. Oxford, Pfizer, Moderna, Sinopharm, Johnson&Johnson, los chinos, los rusos... están estos días ofreciéndonos, como en un mercado persa, sus productos. Que si una inmunidad del 95%, que si un 90, que si un 70 pero la conservación no exige mucho frío... Acabarán prometiéndonos un pelo sedoso, una piel de melocotón, una sonrisa deslumbrante. Y la libertad, la libertad, que no se nos olvide.

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Ser libre es el perejil de todas las salsas, aquello en cuyo nombre todo se puede rechazar o justificar. Hay muchos que dicen que no se van a vacunar, que no se les puede obligar, que son libres. Asistiremos a grandes debates al respecto. Discusiones y posturas que no nos conducirán a nada: la libertad está bien para reclamarla a gritos, pero no para llegar conclusiones razonadas; es la gran prostituta que con todos se acuesta, que a todos sirve. El gobierno se inclina por la no obligatoriedad de la vacuna ¿Por qué fue obligatorio el confinamiento? Nos prohibieron enterrar a nuestros muertos ¿Dónde están las diferencias entre esas imposiciones y la de la vacuna? Yo sí que me vacunaré y dejaré que otros discutan si soy libre o no; si alterno con esa gran ramera a la que todos los vestidos le sientan bien, hasta el del miedo.

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