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Los agraciados con el gordo de Navidad de 2010 festejan el premio. Toni Albir-EFE
El gordo de Navidad

El gordo de Navidad

«La fiebre por la lotería ha crecido pareja a la globalización. Entre otras cosas porque es un manantial de recursos para el Estado»

Jueves, 17 de diciembre 2020, 07:42

Estos días de negocios cerrados y limitación de aforos, las grandes colas en España siguen formándose ante la administración de lotería, templo laico al que se acude con la ilusión de premios sustanciosos que regalen alegría y felicidad. Próximo ya el sorteo de Navidad, ... quién se atreve a cerrar los ojos y sustraerse a la superstición social de la fortuna repentina ¿Y si toca aquí?, repite el eco. Por estas fechas me acuerdo siempre de lo que le sucedió a la familia de unos amigos madrileños 'agraciada' con bastantes millones de pesetas del gordo de Navidad. Mientras el padre y los hijos festejaban alborozados el premio, la madre les sorprendió con una llantera imparable: «¡Qué desgracia ha caído sobre esta casa, qué desgracia, qué desgracia!». Nadie aplacaba su desconsuelo y algunos de los hijos incluso se lo tomaron a risa. Mi amigo contaba que el tiempo acabó dándole la razón a su madre pues lo que había sido hasta entonces una familia unida y feliz se convirtió enseguida en paisaje después de la batalla. Quizás intuyó que aquel regalo contenía presagios de desgracias en su aparente felicidad, igual que las monedas contienen dos caras distintas, o la propia vida, con sus luces y sus sombras. Cicerón lo advirtió hace siglos: «No solo es ciega la fortuna, sino que de ordinario vuelve también ciegos a aquellos a quienes acaricia».

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