Gobernar sin siglas
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La UE en su conjunto está interesada en que Italia salga cuanto antes del impasse y lo haga con el valor añadido de DraghiEl encargo del presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, a Mario Draghi para que forme Gobierno tras la caída del Ejecutivo de Giuseppe Conte devuelve a aquel país a la fórmula tecnocrática de Mario Monti a finales de 2011, en la anterior crisis. El ... exresponsable del BCE ha condicionado la aceptación del papel propuesto a una primera consulta con las formaciones políticas. Pero tanto él como sus interlocutores están sometidos a la presión de ofrecer una salida inmediata que asegure la gobernabilidad en una situación de emergencia.
Aunque el procedimiento abierto se prolongue durante días, hasta que el candidato cuente con la anuencia parlamentaria y con un nuevo Consejo de Ministros, la convocatoria de elecciones dejaría a Italia en suspenso durante dos meses, lo que no se puede permitir. Ello, sin que nadie pudiera asegurar que las urnas fuesen a dar con una solución aritmética estable.
Parece más lógico que los partidos se avengan a ceder el protagonismo a un Gabinete técnico para confrontarse electoralmente dentro de un año y medio o más. La UE en su conjunto está interesada en que Italia salga cuanto antes de este impasse y que lo haga con la autoridad de Draghi como valor añadido. Ningún país europeo puede contemplar las dificultades de un socio como si brindasen alguna oportunidad a los demás. La recuperación de la Unión será exitosa para cada uno de sus miembros siempre que todos ellos se encuentren en condiciones de acceder al Fondo Next Generation, y de gestionar los proyectos y ayudas con prontitud.
Al recurrir Mattarella al concurso de Draghi y al de los ministros sin adscripción a siglas que este proponga, evidencia los límites de las organizaciones partidarias y de los grupos parlamentarios a la hora de afrontar los períodos de mayor dificultad. Empezando por la incapacidad de proponer un primer ministro que, partiendo del liderazgo de una determinada formación, pueda serlo para más de la mitad del arco parlamentario y para la inmensa mayoría de los ciudadanos.
La fragmentación trufada de inquinas italiana ha sido el espejo en el que se ha mirado la política española desde 2014. Monti hace diez años y Draghi ahora pueden ser tablas de salvación. Pero la democracia parlamentaria queda en entredicho por su atomización recelosa o su insolvencia cuando no se ve capaz de formar Gobierno en torno a sus electos y necesita recurrir a una meritocracia apartidaria.
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