La ministra portavoz, María Jesús Montero, saluda al vicepresidente Pablo iglesias en el Congreso. Kiko Huesca-EFE

Gobernar con insomnio

Levantarse habiendo dormido mal te incapacita para pensar y racionalizar muchas cosas

Diego Carcedo

Valladolid

Miércoles, 23 de diciembre 2020, 08:06

Sufro insomnio hace mucho tiempo y, cuando me despierto por las noches, suelo acordarme de Pedro Sánchez. Debe de estarlo pasando mal. Recuerdo haberle escuchado una vez que gobernando con Pablo Iglesias no dormiría. Mal negocio para una persona con tantas preocupaciones y ocupaciones ... como tiene todo jefe de Gobierno que no consigue resarcirse con un sueño reparador.

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Levantarse por la mañana habiendo dormido mal –lo sé por experiencia– te incapacita para pensar y racionalizar muchas cosas. Apenas he tenido oportunidades de hablar con él, pero si un día se tercia le preguntaré qué toma para poder dormir, aunque sea a trompicones. Yo he probado con diferentes somníferos sin éxito y, gracias al equipo Médico de la Moncloa, él estará mejor diagnosticado.

Leyendo los periódicos y escuchando la radio a diario comprendo que tener un vicepresidente como Iglesias debe de ser una rémora para disfrutar de algunos minutos de tranquilidad. Algunas veces hablo con ministros y ministras que, aunque suelen ser personas reservadas, se les escapa comentar la tortura que les supone tener que abordar las altas responsabilidades políticas con tan incómoda compañía. Un Gobierno debe estar cohesionado y estar preparado para asumir decisiones en cuyo debate hay que aceptar perder una parte de las propias razones. Iglesias no distingue entre su liderazgo en Podemos de sus obligaciones como vicepresidente. Raro es el día que no choca con algún compañero de Gabinete o seguramente no crispa los nervios del presidente que le nombró.

Está convencido de que es imprescindible y sus aspiraciones políticas carecen de límite mientras que sus colegas de Consejo reflexionan si una coalición como la actual tiene futuro. La impresión es poco optimista. Hay quien sugiere, cáusticamente, que para prolongar la coalición habría que ponerle a Iglesias un bozal.

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Lo necesitó en Bolivia, complicó una cumbre con el Gobierno de Marruecos y sus planteamientos obstaculizan las relaciones con la Unión Europea. Ha puesto en un brete la seriedad del Gobierno negociando con Bildu y, en cuanto puede, aprovecha para reivindicar la república y cargarse la Constitución y la Monarquía, que son lo único que garantiza la seriedad del Estado. ¿Cuánto puede prolongarse esta situación tan anómala? Sobre esto se especula en las conversaciones que los confinamientos por el coronavirus permiten. Algunos opinan que durará hasta que Sánchez se despierte y adquiera conciencia de la realidad. El problema es que si el presidente no duerme bien tendrá difícil despertarse mejor.

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