Plaza de Toros de Madrid. PEDRO ARMESTRE / AFP

Gladiadores

«Hasta en Burguer King se han apuntado al veganismo, reniegan de la carne y apuestan por un mundo en el que los ganaderos de Castilla viven del aire y comen raíces»

Chapu Apaolaza

Valladolid

Jueves, 31 de marzo 2022, 00:03

Como estuve con Carmen Calvo hablando sobre los toros y la izquierda, y la ex vicepresidenta dijo que no había nada más moderno que la tauromaquia y la ópera, nos vienen diciendo que vivan los gladiadores. Uno está acostumbrado a estos despliegues de amabilidad antitaurina ... en los que algunos apuntan que comer filete es atentar cruelmente contra una vida y al tiempo se lamentan que en Las Ventas no haya muerto algún novillero últimamente.

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El otro día en Alalpardo, un toro cogió feamente al torero de San Fernando David Galván y fue un poco como bombardear la Bahía de Cádiz. «Faltó poco para la fiesta», se quejaban en Twitter donde preferían haberlo visto muerto. Porque en España, el nuevo paradigma de la empatía permite que alguien que da lecciones de moral sobre el argumento de que comerse un mollete con manteca colorá constituye un asesinato, termina deseando en público la muerte de un hombre.

Digo que Carmen Calvo -que está para reaparecer- citó lo de los toros y la ópera y ahora traigo la cuenta de Twitter hasta la bandera de gladiadores -más gladiadores que en 'Espartaco'-. ¡Vivan los toros y los gladiadores!, piden irónicamente. Con lo de los gladiadores y los toros ocurre como con la poesía: los cien primeros que compararon a su amada con una flor fueron unos genios; los próximos, unos imbéciles. Comparar el circo romano con los toros supone una chaladura, pues en esta sociedad hemos convenido que no se pueden matar personas pero se pueden sacrificar animales. Si nos ponemos serios, cabe citar la Declaración de París sobre diversidad cultural que pide respeto a las costumbres, tradiciones y creencias siempre que no lesionen los derechos humanos. En España se sacrifican cientos de millones de animales al año sin contar los peces, pues los peces no cuentan.

Si San Isidro es el circo romano, Madrid Fusión es canibalismo y, por cierto, vengo de allí y a los cocineros ya les siguen más fotógrafos que a las folclóricas. Menos mal que estaba allí Pablo García-Mancha. Pablo -gourmand, flamencólogo y urdialista- anda en lo de las bodegas Ontañón escribiendo con la tinta de los vinos de España, versos que le brillan en los ojos y en la copa. Se ha venido desde Quel y aquí lo tengo de pronto recitándome aquel poema que García Nieto dedicó al Duero: «Sobre ti van los hombres y los cielos» y el arranque de sus geografías del amor: «Esto que tienes ante ti, hijo mío, es España».

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El animismo es decirle a tu hijo que esto que tienes ante ti es un 'border collie' sacado del refugio y que su vida vale lo mismo que la tuya. O que las ovejas hablan y que, para salvar al hermanito que está malo, no hay derecho a que muera en el laboratorio un conejito que es clavado a 'Tambor' el que salía en Bambi I y II. Y convencerle en general de toda esta chatarra deshumanizante, barbarie descivilizatoria del calibre de lo de Jerjes cuando las Termópilas. En reacción a este atropello al humanismo, desde hace un tiempo, si leo que para tal cosa no se han molestado animales, no la consumo. Hasta en Burguer King se han apuntado al veganismo, reniegan de la carne y apuestan por un mundo en el que los ganaderos de Castilla viven del aire y comen raíces. Por supuesto, me he hecho de McDonalds.

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