Aparte que cometer crímenes de guerra en contra de los ucranianos, Vladimir Putin es culpable de engañar a su propia gente. Una encuesta hecha en febrero, justo antes de que empezase su guerra, reveló que el 71% de los rusos piensan que el ex funcionario ... del KGB está haciendo un buen trabajo. Son víctimas de sus mentiras. Cuando él dice que su 'operación militar' es una causa 'noble', que es necesario invadir el país vecino porque está lleno de nazis cometiendo genocidio, demasiados le creen. Tienen las cabezas lavadas por décadas de 'fake news' (noticias falsas) difundidas por los medios de comunicación que él mismo controla.
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Todavía el acto de estafar a un país entero no es un delito reconocido por el Tribunal Internacional de la Haya, pero quizás debería serlo. Históricamente, los rusos ya han sufrido más de lo necesario bajo megalómanos psicópatas de la categoría de Iván el Terrible y José Stalin sin tener que aguantar a este venenoso jinete en 'toples' y su banda de delincuentes. Merecen más.
He tenido la suerte de viajar bastante, pasando años en el extranjero. Si algo he aprendido es que, a pesar de ser un cliché, también es cierto que la gran mayoría de las personas que forman la raza humana son buena gente, independientemente de sus orígenes. No obstante, en cada pueblo hay una pequeña minoría que crea mala fama para el resto, y Rusia no es una excepción.
La primera vez qué fui a Moscú fue en el invierno del 1972, cuando la Federación Rusa era conocida como la URSS. La enorme ciudad (dos veces más grande qué Londres, la capital rusa es la ciudad más grande de Europa) estaba tapada por medio metro de nieve, como en un thriller de espionaje de John le Carré. Contemplé las joyas arquitectónicas que abundan allí, escuché el Lago de los Cisnes de Chaikovski en el teatro del Bolshoi, tomé vodka con unos afables moscovitas en el bar del Hotel Intourist… bueno, quedé encantado. Al regresar a casa, empecé a leer novelas de escritores rusos como Chejov, Tolstoi, etcétera.
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Años más tarde, después de la caída del Muro de Berlín, regresé con mi mujer para visitar a unos amigos que trabajaban allí. Lo pasamos pipa en un chiringuito con los del barrio mientras hacia -15ºC, conducíamos con dólares americanos en el bolsillo para pagar a los policías corruptos … toda una aventura. Total, las memorias me recuerdan que hay muchos rusos estupendos, que no todos son malos. Y, dado los tiempos que corren, siento que es importante contarlo.
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