La elección de Pere Aragonès como nuevo presidente de la Generalitat, con el voto a favor de ERC, Junts y la CUP, frente al 'no' del PSC, En Comú, Vox, Ciudadanos y el PP da inicio a una legislatura autonómica que se augura breve a ... causa del pulso que mantienen entre sí las formaciones independentistas. Un pulso interminable que se extiende además entre los herederos de Convergència. El ensimismamiento secesionista ha llegado a tal punto que sus cuitas internas inducen en la mayoría gobernante en Cataluña la percepción de que representa al país en su conjunto, que la oposición no forma parte del futuro y que la pertenencia a España es un accidente histórico cuyo final estaría cerca. El debate de investidura confirmó que los soberanistas creen aglutinar todas las aspiraciones sociales de los catalanes, todas sus vertientes ideológicas entre la derecha y la izquierda extrema. Sienten que el acuerdo a dos bandas suscrito por ERC, con Junts por un lado y la CUP por el otro, agota todas las posibilidades del diálogo político.
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Aragonès insistió ayer en que su propósito es gobernar para todos los catalanes desde el independentismo, cuando resulta falaz pretenderlo mientras se da la espalda a la otra mitad del país y se limita a puntuales llamamientos a que algunos de los demás se sumen al ya difícil equilibrio que mantienen los de Junqueras con los de Puigdemont. Los grupos parlamentarios que se aliaron ayer a favor del nuevo presidente sumaron en las urnas del 14 de febrero solo el 48% del voto. Aunque lo peor es que el marcaje mutuo tenderá a estrechar el espectro ciudadano al que se dirija la acción de gobierno concertada entre los de ERC y los de Junts, bajo la supervisión de la CUP.
En otras palabras, la única manera que Pere Aragonès tendrá de ejercer el cargo será sometiéndose en lo fundamental a lo que exija, llegado el momento, la facción de Junts más dependiente de Waterloo. El presidente Pedro Sánchez saludó la investidura del dirigente de Esquerra señalando que «el reencuentro entre catalanes, y entre catalanes y el resto de españoles, son tareas en las que trabajar juntos». No cabe esperar del mandato que ahora se inicia un empeño tan integrador. Bastará con que el nuevo Gobierno de la Generalitat atienda las urgencias económicas y sociales de Cataluña, y evite tensionar sus relaciones con las demás instituciones del Estado.
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