Ibarrola

El general infierno

El avisador ·

«La sustitución de Adriana Lastra por María Jesús Montero (¿cabe repuesto peor?) no hace sino calentar más la caldera hirviente del PSOE, que cualquier día estallará»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 23 de julio 2022, 00:29

Primero Napoleón. Después Hitler. Con el sacrificio ilimitado de las vidas de sus súbditos, a lo largo de la historia los rusos han tenido siempre en el «general Invierno» su mejor arma secreta en las campañas militares: dejar, sencillamente, que el enemigo se congelara. Con ... el cambio climático, sin embargo, parece que los estrategas de Putin están encontrando también terreno abonado para sus aspiraciones imperialistas en las maniobras del general Verano. O del general Infierno: dejar que el planeta se caliente hasta límites inconcebibles y ver cómo el enemigo arde pasto de las llamas.

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Pírrica es la victoria de los ucranianos en el desbloqueo del puerto de Kiev, que permitirá que el grano ucraniano alivie ligeramente la hambruna, que ya es una realidad acuciante en buena parte del mundo. Pero mientras la mitad norte de la Unión Europea tiembla pensando en las restricciones energéticas que se les vienen encima en los próximos meses, en la mitad sur surge la rebelión abierta a las propuestas de Bruselas. En el frente meridional, el general Infierno ya ha conseguido convertir en tierra quemada buena parte de los recursos ecológicos y medioambientales de países como España, Italia, Portugal, Grecia o Croacia, con esos incendios llamados de sexta generación que los expertos dicen que son «inextinguibles». Lo mismo que les está sucediendo a los aliados occidentales del otro lado del Atlántico, en el hemisferio sur de los Estados Unidos. Llamas, dicen los científicos, que se alimentan del calor producido por otras llamas vecinas. Grandes explosiones en cadena. Y en la pelea, algunos de los propios estados del sur europeo que se empeñan en echar más leña al fuego, en vez de enfriarlo. Por ejemplo en Italia, donde el despropósito ha terminado por desanimar al único primer ministro que había conseguido, en los últimos decenios, poner un poco de cordura en un sistema permanentemente al borde del infarto. A Draghi le resulta mucho más difícil salvar a Italia de lo que en su día le resultó salvar a Europa. Y si Draghi, que en septiembre cumplirá 75 años, se considera ya un 'abuelo' vencido por las circunstancias, a su presidente, Sergio Matarella, que hoy cumplirá 81, le va a tocar la difícil tarea de volver a convocar elecciones anticipadas.

El consejo de ancianos no funciona. Pero tampoco es mejor la cosa en los países con líderes más jóvenes. En España, de nuevo el Estado y las Comunidades Autónomas, que deberían ser parte de los mismo pero que cada día parecen empeñarse en demostrarnos que no lo son, siguen sin ponerse de acuerdo a la hora de sofocar incendios pavorosos. Los incendios reales (especialmente tremendos los de Galicia y Castilla y León) ya han sumado, sin haber llegado al final de julio, el peor verano del siglo. Y han dejado en provincias como Ávila, Salamanca, Orense o Zamora imágenes que vamos a tardar mucho tiempo en olvidar. Pero a su lado continúan esos otros incendios, metafóricos, que amenazan con convertir en cenizas, una semana tras otra, nuestra propia gobernabilidad.

La sustitución de Adriana Lastra por María Jesús Montero (¿cabe repuesto peor?) no hace sino calentar más la caldera hirviente del PSOE, que cualquier día estallará. Y qué decir de las purgas de la parte contratante de la segunda parte del Gobierno, en este caso ilustradas por la destitución del actual secretario de Estado para la Agenda 2030 (el 'ministro del cambio climático'), Enrique Santiago, por Ione Belarra, como castigo por haber acudido a la presentación del nuevo proyecto político de su 'compañera' Yolanda Díaz. Peleas de gallos frente a las llamas de una hoguera infernal. El fuego, decía Plutarco, no hace distinción entre los culpables y los que no lo son. Con tanta incuria, ardemos todos demasiado cerca de las llamas del infierno.

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