Gastar más, pero bien
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El impulso de la inversión pública contra la crisis debe primar la eficacia e ir acompañado de un calendario para reducir la deudaSecciones
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El impulso de la inversión pública contra la crisis debe primar la eficacia e ir acompañado de un calendario para reducir la deudaLa presentación del techo de gasto con un aumento récord del 53%, junto a un cuadro macroeconómico que admite una recesión más profunda de la esperada, ha supuesto el pistoletazo de salida a unos Presupuestos del Estado cuya aprobación en el Parlamento es incierta y ... de los que, además de las herramientas para afrontar la crisis, depende el futuro de la legislatura. La firme apuesta por la inversión pública como palanca para impulsar el crecimiento y el empleo en una emergencia histórica como la actual concita un insólito consenso incluso entre los defensores de la más férrea ortodoxia. Desde el FMI hasta el BCE y la Comisión Europa priorizan con toda lógica acelerar al máximo la recuperación frente a la disciplina en el control del déficit y la deuda. El máximo exponente de ello es la suspensión de las reglas de consolidación fiscal este año y el próximo decidida por la UE, y que el Gobierno español ha trasladado a las comunidades autónomas y ayuntamientos.
La barra libre en el gasto público que de hecho implica esa medida no debe confundirse con despilfarros como el Plan E de Zapatero. Se trata de gastar más, pero sobre todo de gastar bien; en proyectos que generen actividad, empleo y retorno social, y que además ayuden a modernizar el tejido productivo para hacerlo más competitivo al final del largo túnel de la crisis. Solo así cobrarán sentido los fuertes desequilibrios estructurales que esa política provocará en la economía. Ni las arcas públicas son un pozo sin fondo ni es razonable endosar a la próxima generación el lastre de una gigantesca deuda que, se quiera o no, en algún momento habrá que pagar. El presente ejercicio rondará el 118% del PIB, mientras el déficit previsto es del 11,3% y del 7,3% en 2021, cifras insostenibles en el tiempo. De ahí que sea necesario un plan actuación a medio plazo para, una vez asentada la recuperación, sanear las cuentas públicas mediante una paulatina reducción del endeudamiento y un control del déficit, lo que conllevará ineludibles ajustes y reformas.
La elaboración de los nuevos Presupuestos parece el escenario ideal para dar ese paso, que requiere del máximo consenso político posible. Un calendario razonable de regreso a una estabilidad financiera se antoja imprescindible para preservar la salud de nuestra economía, pero, sobre todo, para que inspire la credibilidad y la confianza exterior que tanto precisa.
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