Jinnah y Dandhi. El Norte

Gandhi vs Jinnah

La determinación, la acción de la negociación y la dignificación de las minorías son algunas de las lecciones que nos transmitieron Gandhi y Jinnah, como caminos para aliviar la tensión creciente entre los países nuclearizados

Jesús Ojeda Guerrero

Viernes, 28 de enero 2022, 00:41

Todavía aparecen estos días reseñas en la prensa pakistaní de las celebraciones que tuvieron lugar a finales de diciembre del año pasado para conmemorar el 145 aniversario de Muhammah Alí Jinnah, ensalzado como 'Baba-e-Qaum', padre del país, en los discursos públicos del primer ministro Imran Khan, y una coda judicial en España referida a su imagen por impago de las caratulas de una película en dvd ('Jinnah', 1998), protagonizada por Christopher Lee, que un artista gráfico burgalés sostiene contra la productora y los herederos del actor; el Tribunal Constitucional ha ordenado repetir el juicio.

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Asímismo, la India recuerda el asesinato de Mohandas Karamchand Gandhi, reconocido como 'Bapu', padre de la nación, con ceremonias ante el Memorial Rajghat en Delhi, con ofrendas florales del presidente Ram Nath Kovind y del primer ministro Narendra Modi dentro del llamado 'día de los mártires'. El recuerdo de ambas personalidades parece resultarles incómodo a estos dirigentes, es la voz de su propia conciencia, que les advierte de los criterios bajo los cuales deberían gobernar y no lo hacen.

Pedía Pablo Neruda en uno de sus poemas que cuando se haga presente: «Al hombre, a la mujer que consumaron acciones, bondad, fuerza, cólera, amor, ternura, a los que verdaderamente vivos florecieron y en su naturaleza maduraron…», acercarse a ellos más allá de su tiempo y de la medida de su vida para verlos florecer y purificarse «con agua abierta o con sol escondido». En esta ocasión nos aproximamos desde Occidente a la extraña figura de Jinnah y a la opinión actualizada sobre la misma, y a las noticias preocupantes en lo que se refiere al magnicidio de Gandhi junto a las políticas de discriminación del Gobierno indio.

Desde hace unos años hay un intento serio de la intelectualidad india por dar otra imagen de la demonizada figura de Jinnah (Jaswant Singh, 2010, Ramachandra Guha, 2018), una labor presente también en los textos de un buen número de historiadores y abogados paquistaníes (Absar S. Admed, 2005; Saad S. Khan, 2020; Yasser Hantif Hamdani, 2020), y del propio Gobierno que trata de hacerla más humana y cargada de una 'identidad islámica' preeminente, publicando sus discursos seleccionados en la página web oficial con el título 'Quaid-i-Azam', el 'Gran líder'. A él, que algunos clérigos musulmanes y partidos políticos ortodoxos, al final de los años treinta le llegaron a denominar el 'Kafir-i-Azam', el 'Gran Infiel', con claras equivalencias de liderazgo con la Alemania nazi, a lo que respondía con una sonora carcajada (Tarik Alí, 2008).

En la India las políticas ultranacionalistas gubernamentales han hecho crecer un movimiento que califica de patriota y mártir al asesino material de Gandhi, Nathuram Godse, erigiendo más de una docena de estatuas de su figura en varias poblaciones, así como haciendo progresar la solicitud de cambiar el nombre de la ciudad de Meerut por el de Ciudad Godse, en el estado de Uttar Pradesh, a la par, se ha propuesto una reforma de los libros de texto donde se le identifique como «un visionario del nacionalismo hindú». A ello hay que sumar de nuevo la propuesta pendiente de aprobación para que al ideólogo absuelto del asesinato de Gandhi, Vinayak Damodar Savarkar, muerto en 1966, se le otorgue el Bharat Ratna, la mayor distinción civil.

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En el juicio se documentó que el 17 de enero de 1948 Nathuram Godse, junto con su compañero Narayan Apte, tuvieron un ultimo darshan, encuentro, con Savarkar en Bombay, y este les despidió con la bendición «Yashasvi houn ya», «tengan éxito y regresen», expresándoles que con su acción pondrían fin al deseo de Gandhi de vivir más de 100 años. Así consta el testimonio de cargo que aportó en el juicio Digambar Badge, miembro del grupo que participó en el atentado, pero que se desestimó por entender que no estaba suficientemente corroborado. Un ejemplo más de las políticas comunitaristas es la reciente aplicación de la Ley de Enmienda de la Ciudadanía, que permite regularizar a inmigrantes procedentes de Afganistán, Bangladés y Pakistán, llegados al país antes del 31 de diciembre de 2014, pertenecientes a las religiones budista, cristiana, hindú, jainita, parsi y sij, excluyendo expresamente a las minorías musulmanas, entre ellas a los rohingyas, haciendo caso omiso del espíritu conciliador de Gandhi y del articulado secular de la Constitución de 1950.

El historiador británico Roderick Matthews, (Gandhi vs Jinnah, 2015) del que tomamos el título para este artículo, compara y muestra los contrastes de ambas personalidades al yuxtaponer las actuaciones contemporáneas de la vida pública de Gandhi y Jinnah, su visión de la religión y la política, la aplicación de la teoría de las dos naciones… Posiblemente el 'versus' no defina con exactitud la valoración de la relación que hubo entre los dos aunque sí la opinión mutua que se tenían. Sabemos que se entrevistaron en los últimos años de su vida en catorce ocasiones en la residencia de Jinnah en Bombay, e intercambiaron mas de una veintena de cartas.

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Aunque ambos se subestimasen mutuamente en su determinación, fue permanente su insistencia en negociar el proceso de descolonización de la India con el Imperio británico, en sentarse y hablar con el adversario. En su ultimo encuentro de mayo de 1947 Gandhi llevaba, en contra de la opinión de Nehru y de Patel, la propuesta de que si estaría dispuesto a aceptar el cargo de primer ministro de una India unida. Lo comentado del encuentro por parte de Gandhi se redujo a: «Os aseguro que tengo su amistad. Después de todo también pertenece a la India. Suceda lo que suceda, tengo que pasar mi vida con él. Tendremos que vivir en amistad». De Jinnah, podríamos aceptar, como respuesta creíble, la que el guionista de la película sobre él pone en sus labios: «No habría funcionado».

El final de sus vidas no era previsible, pero Gandhi sería asesinado el 30 de enero de 1948 al recibir tres tiros, y Jinnah morirá enfermo de tuberculosis meses después. Lo que sí se conocerá es la decisión ya tomada a tal generosa oferta en la rueda de prensa conjunta que dieron el 3 de junio de 1947 lord Mountbatten como virrey, Jawarharlal Nehru en representación del Partido del Congreso y él en nombre de la Liga Musulmana a través de All India Radio. Los tres presentaban el plan con el mapa de cómo quedarían integrados los territorios orientales y occidentales. En los discursos se dejaba intuir de forma vaga la partición inminente en dos dominios. Fue Jinnah el más clarificador, al terminar su locución con esta expresión en urdu «Pakistan Zindabab» («larga vida a Pakistán»), aunque algunos de los escuchantes creyeron oír algo más pedestre pero de resultado definitivo: «Pakistán ya está en el saco».

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Ninguno de los tres hizo nada por parar el juggernaut, término de origen sánscrito, que hace referencia a una fuerza imposible de detener, que destruye todos los obstáculos para lograr su objetivo, recordando la visión que transmitían algunos viajeros europeos al contemplar el paso de la carroza procesional con la imagen del dios Krishna aplastando a los fieles que se interponían en su recorrido. Gandhi, mientras tanto, sin aceptar la vivisección, viajó a Calcuta para acompañar en el dolor y calmar la violencia desatada contra la antigua mayoría musulmana de la ciudad. El resultado final fue una creciente espiral de violencia y de muertes que culminó aquella mañana del 15 de agosto de 1947 cuando unos quince millones de personas se encontraron en el lado equivocado de dos dominios, India y Pakistán.

La determinación, la acción de la negociación y la dignificación de las minorías son algunas de las lecciones que nos transmitieron Gandhi y Jinnah, como caminos para aliviar la tensión creciente entre los países nuclearizados de los que se les considera fundadores, aplicable también en estos tiempos de pandemia continua para una nueva situación de Guerra Fría en Occidente.

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