![EL CANDELABRO: Gambas](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201912/19/media/cortadas/NF0L4DR1-kfXB-U901003635718W2-624x385@El%20Norte.jpg)
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Una bandeja repleta de carabineros. Es lo primero que ve el espectador en la película 'El reino'. Y la imagen habla por sí misma. Lo dice todo sobre una época (la del pelotazo) en la que chupar la cabeza de una gamba, langostino o carabinero ... era para ciertos políticos toda una declaración de principios, casi un manifiesto. Estoy por pensar que el grado de corrupción de nuestros dirigentes hubiera podido medirse por la fruición, la entrega, el embeleso o el regodeo con el que por aquel entonces llegaron a sorber algunos las vísceras de un crustáceo... Sospecho, incluso, que tan extendida práctica fue en su día un campo de entrenamiento para aprender a sorbernos el seso luego a los incautos ciudadanos. Pero la crisis llegó y ponerse morado a marisco en público empezó a tener mala prensa. Y ahora, para remate, salta la noticia de que chupetear las cabecitas de los artrópodos es tóxico. Y que probablemente (como casi todo hoy en día) atenta contra el medio ambiente.
¿Sorber o no sorber? Esa, y no otra, es la cuestión. El auténtico dilema de estas inminentes fiestas navideñas. Que las gambas contienen cadmio se sabe desde 2011, y antes incluso. Pero ahora lo ha vuelto a relanzar no sé quién. Tal vez Esquerra Republicana, como cortina de humo... Desde luego no tengo duda de que detrás anda algún político resentido, algún pecador expulsado de aquel paraíso, hoy perdido, donde succionar la cabeza de un carabinero era la perfecta metáfora gastronómica de la erótica del poder. Cuánto deben añorar algunos aquellos tiempos...
Personalmente, no suelo trabajar el marisco. Entre una zarzuela y una paella ciega (con todo peladito) yo elijo la paella. Pero admiro sinceramente a la gente que se entrega en cuerpo y alma al arte de cascar, desentrañar, desmenuzar y rechupetear un centollo como si le fuera la vida (o el cargo) en ello. Eso sí, un año más voy a comer langostinos estas fiestas, me resultan más familiares que el remoto calamar patagónico. Y aviso: pienso chupármelos. Sin exagerar. Solo la puntita. La dosis de cadmio precisa para disfrutar sin morir en el intento. Me pregunto qué diría de esto el legendario Rodolfo Langostino: 'Shevaaame a caaaasa... Pero no me comás la cabeeeesa'.
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