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Raúl de la Hoz, Pedro Viñarás, Alfonso Fernández Mañueco, Francisco Vázqauez y Manuel Baltar, presidente del PP de Orense, el miércoles pasado en la campaña de Alberto Núñez Feijóo. Carlos Campillo-Ical

Con un ojo en Galicia

Aunque parezca que quedan políticamente lejos de Castilla y León, las elecciones gallegas y vascas de hoy van a tener su reflejo en el ámbito castellano y leonés

J. I. Foces

Valladolid

Domingo, 12 de julio 2020, 08:37

Día de votaciones en Galicia y el País Vasco. En plena resaca del confinamiento general y en plena efervescencia de los rebrotes del coronavirus, quien piense que las elecciones de este domingo no van a poder ser leídas desde la política de Castilla y ... León es como que viviera en Marte.

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Las incógnitas que se despejarán en la medianoche de hoy permitirán dibujar trazos finos en el lienzo político general de esta región. De entrada, quien más pendiente va a estar de los dos escrutinios es el presidente de la Junta y del PP regional, Alfonso Fernández Mañueco, quien esta semana ha tenido doble participación electoral. Primero en el País Vasco, el lunes. A Baracaldo, para apoyar la candidatura de Carlos Iturgaiz, viajó Mañueco con su auténtica mano derecha de toda la vida, el gerente regional del partido, Pedro Viñarás, y el responsable de comunicación, Pelayo Fernández. Cuando a la vuelta de unos años se escriba sobre Mañueco y su carrera política, Viñarás ocupará más de un capítulo; imposible entender el bagaje del presidente sin la figura del gerente, sin duda su mayor y mejor confidente, su mayor y mejor aliado, su mayor y mejor protector y su mayor y mejor colaborador, además de fiel compañero de fatigas, especialmente en la última etapa herreriana, donde el expresidente 'pasaba' de la sede regional del partido en grado superlativo.

«El Ciudadanos de Francisco Igea, parlamentariamente cabe en un taxi; el de Luis Fuentes, en un microbús»

J. I. FOCES

La segunda visita electoral de la semana del presidente de la Junta fue el miércoles a Orense, para intervenir en la campaña de Alberto Núñez Feijóo. Además de los ya mencionados Viñarás y Fernández, le acompañaron otros dos dirigentes sin los que es imposible entender el pasado más inmediato de Mañueco y su victoria sin paliativos en las primarias en las que derrotó a Antonio Silván: el secretario general del PP regional, el segoviano Francisco Vázquez, y el portavoz parlamentario, el vallisoletano Raúl de la Hoz, que en la práctica funciona como si de un vicepresidente del PP regional y de la Junta, a la vez, se tratase. De la Hoz es un auténtico experto en tejer complicidades parlamentarias hasta con los adversarios políticos más alejados de su ideario.

Significativo el mayor nivel político que otorgó Mañueco al equipo que le acompañó a su intervención en una y otra campaña. Significativo, pero no sorprendente. A fin de cuentas, en el País Vasco, si atendemos a las encuestas, Iturgaiz tendrá que darse con un canto en los dientes si conserva 5 de los 9 diputados autonómicos que le dejó en herencia Alfonso Alonso (quien mantiene grandes y muy buenos amigos en el PP de Castilla yLeón) defenestrado por Pablo Casado por no aceptar un pacto con Ciudadanos: sabía que no solo no aportaría votos sino que le restaría parlamentarios a los populares vascos. En Galicia, la cosa es completamente distinta. Mañueco acudía a apoyar a un homólogo institucional, presidente de comunidad como él; presidente de partido, como él, y aspirante (cruzan los dedos en el PP de toda España para que así sea, incluidos los casadistas) a revalidar por cuarta vez la mayoría absoluta. Feijóo se negó a la candidatura conjunta con Ciudadanos frente a la dirección nacional de su partido. De sobra sabe el veterano líder popular que de Ciudadanos no quedará ni la sombra en otras generales; si los de Inés Arrimadas quieren cobijarse bajo el paraguas del PP que se afilien, le vino a decir Feijóo a Casado.

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Lo de hoy de Galicia será escrutado con microscopio en la sede del PP de Castilla yLeón. Que Feijóo revalida mayoría absoluta, perfecto; Mañueco ha sabido hacerse hueco ante el presidente gallego. Pero si Feijóo la pierde por un escaño y necesita de Vox (ojo a los de Santiago Abascal y sus 114.000 votos gallegos en las últimas generales), no habrá que descartar que el modelo andaluz o el murciano se traslade a las tierras gallegas. Y, claro, en el futuro no se sabe, pero en Castilla yLeón los de Vox ya están en las Cortes desde hace un año, mientras que los de Ciudadanos caminan a la extinción por autodestrucción. El Ciudadanos de Francisco Igea parlamentariamente cabe en un taxi; el Ciudadanos de Luis Fuentes, en un microbús. En tres años, entre los vaivenes de Arrimadas (ahora pacta conel Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias –vivir para ver–, ahora con el PP) y la caprichosa forma de hacer política del vicepresidente naranja de la Junta, puede que de Ciudadanos no quede ni el color. Y que los de Vox, pese a tener a un irrelevantísimo procurador (Jesús María García-Conde del Castillo recuerda a Luis Fuentes porque lee hasta las réplicas; la diferencia es que Fuentes no se trastabillaba) se aprovechen de que el Pisuerga pasa por Valladolid... y llegue el día en que los necesite Mañueco, como ya apunta algún estudio demoscópico.

Esta noche empezarán a dibujarse trazos en el futuro lienzo electoral de Castilla yLeón. Hay que estar muy atentos a Galicia.

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