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Cuando preguntas a expertos militares sobre si la invasión rusa de Ucrania cumple los objetivos previstos por Moscú, tiene más problemas de lo que se pensaba o, incluso, si la estrategia militar es equivocada, la respuesta más sensata, visto lo visto, es que solo Putin ... lo sabe. Eso depende de cuáles fueran los objetivos de Putin antes de lanzar la ofensiva. El general Fernando Alejandre, exjefe del Estado Mayor de la Defensa entre 2017-2020, contestaba así a la pregunta sobre la situación en Ucrania y qué podía pasar: «Hay que saber lo que Putin y sus generales se habían marcado».

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Putin tiene un plan y la amenaza rusa se va extendiendo poco a poco por el territorio ucraniano y los ataques llegan a posiciones muy cercanas a la frontera con Polonia y Rumania. Y el toque serio de atención se ha producido con el bombardeo a la base militar de Yavoriv, a 25 kilómetros de Polonia, causando al menos 35 muertos y 134 heridos, una base utilizada para ejercicios conjuntos con la OTAN.

Putin acerca sus misiles a zonas cercanas a países aliados y apuesta fuerte para ganar la partida. Los ucranianos resisten mucho más y mejor de lo esperado pero la superioridad militar rusa se va imponiendo y solo un tiempo prolongado de la ofensiva puede suponer un elemento crítico por el coste económico, logístico y de moral en sus tropas y en la opinión pública rusa, a pesar de la fuerte censura que ha impuesto el Kremlin. Hay otro reto encima de la mesa, que la comunidad internacional pueda mantener el tiempo suficiente las sanciones que implican graves efectos contra los intereses rusos y de sus oligarcas, pero también para los países europeos.

Otra cuestión trascendente, que solo Putin lo sabe para cumplir su plan, es su disposición a utilizar armas nucleares tácticas de uno o cinco kilotones para imponer sus ambiciones con la demostración de ser capaz de una escalada nuclear muy peligrosa para todos. Para saber de lo que hablamos, la bomba de Nagasaki era de 20 kilotones. Por desgracia, no es descabellado temer esta escalada.

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Es lo que frena en seco a la OTAN. Solo recordar la afirmación de Winston Churchill: «No sé cómo será la tercera guerra mundial con armas nucleares, sí sé que la cuarta sería con palos y piedras». Putin ha utilizado bombas de racimo y termobáricas, prohibidas desde 2010 por su efecto devastador para las personas. Los dos bandos se acusan de tener armas químicas preparadas. Lo dijo Macron («lo peor está por llegar») y Putin no quiere parar.

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