Algo es muy cierto, si predecimos que vendrán tiempos mejores no anunciamos la felicidad, y no sé si mentiremos si predecimos que malos serán los tiempos futuros, que tristes han de ser los días venideros y adusto será nuestro espíritu y los ojos no vertirán ... lágrimas y la fuente del pensamiento humano se secará y se cernirá sobre nuestra silueta planetaria la sombra del mundo en un perpetuo eclipse. Vendrán malos tiempos y aquí seguiremos esperándolos con la sociedad vacía de deseo y un cierto aire nunca olvidado de inocencia, por no decir de ignorancia.
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El informe de los acontecimientos futuros está ya escrito con tinta invisible en el presente. El material de dicho informe no es el relato históricamente cronológico de unos hechos aun no sucedidos, se trata más bien de un muestrario caótico de acciones y reacciones, sueños y quimeras, pensamientos y contrapensamientos, misterios y revelaciones, guerra y paz. El informe del futuro es una pura alegación del presente y un indisimulado regreso al pasado que pudo ser y nunca sucedió como lo soñaron nuestros ancestros.
Empleamos más tiempo en intentar no entendernos que en abrir vías de comprensión. El espíritu de estos tiempos es hallar lógicas que justifiquen la incomprensión y la intolerancia, maquillados de neutralidad. En el fondo, no somos mejores ni peores que quienes nos precedieron, solo más descarados y a un tiempo desvalorizados. La inteligencia se ha doctorado en la praxis de la astucia.
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