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El funeral de Trump

El funeral de Trump

Oh, Donald, angel caído, 'trompezado' y groserote. Biden no es un palomo, pero sí un pato cojo que camina al ralenti

Chapu Apaolaza

Valladolid

Jueves, 21 de enero 2021, 07:38

Se ha despedido Trump con chimpún de trompetas, pero esta vez no vino la chirigota del Yuyu. Cómo me gustaban en 'Los últimos en enterarse', de maridos engañados con traje de ejecutivo con dineros y cornamenta. Se imagina uno cómo van a ser las cosas y después nunca se acierta. Cuando pensábamos en unos tipos asaltando la primera democracia del mundo, nunca llegamos a prever que serían una mezcla entre 'Apocalypse Now' y los novatos de la tuna de Industriales de Visegrado.

La semana pasada se pierde ya en la luz de los tiempos de tanta jornada decisiva, tanta cosa nunca vista, tanta nieve y tanta vaina. Hoy en 'Siempre recordaremos este día', a mi hija de ocho años le sorprendió la Historia mientras se comía un filete empanado. En la tele contaban que Trump había dicho 24.000 mentiras, y ojalá contaran también las de los demás. En esas, Macarena señaló la tele con el cuchillo en la mano. «¿Pero papá, cómo los presidentes pueden decir una mentira?», me preguntó indignada. «Niña, lo raro es que digan la verdad».

Relevo en la Casa Blanca. Trump ha lanzado el testigo de lejos. La vicepresidenta va vestida de Pitingo. Melania, de catafalco y oro, lirio negro en su propio entierro. Después llegó a Florida vestida de papel pintado de pasillo de un piso de la España de los años 70; parece una viuda aseadamente feliz. Al bajarse del 'Air Force One' Trump se para ante la prensa y ella sigue hacia el coche, morucha y desentendida: lo está dejando caer.

Oh, Donald, angel caído, 'trompezado' y groserote. Biden no es un palomo, pero sí un pato cojo que camina al ralenti. Luce el age de la concordia y la lentitud de un ser que hiberna. A sus 78 años, sería razonable pensar que carece de ánimo y de reflejos para la acción. Que un político no pretenda o no pueda hacer mucho durante su mandato comienza a ser una razón de peso para votarle. A Biden le basta con ser educado. Con los presidentes pasa como con los novios de las hijas, que al principio uno exige un tipo estupendo que sea de su equipo, que esté comprometido con una escala de valores compatible con la suya, y llegado un momento, es suficiente con que el nuevo yerno se comporte en la mesa.

Lo de los Estados Unidos va de la monumental batalla del bien contra el mal. Esta ha sido sido una guerra santa en la que Trump se ha currado bastante bien el papel de demonio. Kamala es la chamana. Todo en Estados Unidos alcanza un brillo como de pop espiritual, siempre entre el Triduo Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor y una actuación de Lady-Gaga. J-lo en Semana Santa. La democracia es algo muy sólido y a la vez tan frágil. Este de hoy ha sido el funeral de Trump, veremos si del trumpismo, del que yo creo que vivirá en otros cuerpos. Como en todos los populismos, el juego de espejos provoca que una parte del trumpismo viva a partir de ahora en el antitrumpismo. Donald se va con su laca a otra parte y desciende a los infiernos naranjas de Florida. De sobaquillo suelta su profecía: «Volveremos, de alguna manera». Desde la mesa, Macarena lo mira y responde: «¡Mentira!»

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